José David Tenorio
“El hombre prudente es parco en el hablar pero activo en el obrar." Confucio
Un jurado de conciencia, compuesto por doce hombres – desconocidos entre sí – debe condenar o absolver a un joven acusado de parricidio. Once están persuadidos de la culpabilidad. Solo uno, sin saber por qué, tiene dudas. Como la decisión debe tomarse por unanimidad, la discusión – y la película misma – se centra en torno a lo que cada quien considera que ocurrió.
Es un film clásico. Un grupo excepcional de actores representa a distintos personajes de la fauna de Nueva York. Lo exitoso, no es tanto la argumentación, a favor o en contra, sino la interpretación. Sobresale el personaje protagónico encarnado por Henry Fonda, que gracias a su atildamiento y ecuanimidad, responde a las agresiones de sus contradictores, sin perder su compostura. Eso, para mí, es casi tanto como su argumentación, que contribuye a modificar la decisión del jurado.
Hay algo que me llama la atención, la ausencia de mujeres entre los jurados. No sé desde cuándo se haya dado participación a las mujeres en los jurados de EE.UU. La película se escenifica en un periodo posterior a la segunda guerra mundial, es decir, cuando ya por las necesidades de la guerra, las mujeres habían hecho presencia masiva en la vida social y laboral. Y, por supuesto, dada la discriminación racial predominante, tampoco hay jurados negros.
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