Carmen Rosa Ortiz
Venía de otra tierra y por eso no
creí
Llegó con un silencio de otra
dimensión
un silencio relajante
que me hizo sentir liviana
un silencio que hería
un leve ruido que antes no
soportaba
que aún así me hizo sentir humana
viva, así estaba en medio de la
soledad
solo el aire, la luz, el calor
y un pequeño pájaro que se sintió
libre
Los otros temerosos de mi soledad
me envolvieron
y cual burbuja volé entre
montañas, bosques y llanuras
hasta llegar al mar
donde anida un raro tronco que ya
conocía
desde allí solo el mar y las
nubes
sentí que el calor nos atrapaba
La compañía era una rueda que nos
alegraba
y nos hacía mover el cuerpo, la palabra y la
imaginación
luego se fue disolviendo en un círculo de
rutinas
que aplastaba el día, la noche, la noche y el
día…
Y aquí de nuevo nos acompañó el
invisible
no sabemos cómo llegó, pero nos
cogió las manos
y en la rueda de la familia giró
como si conociera los bailes
traídos del África profunda
que se conjuran contra los males
y se llaman espíritu.
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