Luis Esteban Patiño Cruz
Ayer visité el Lincoln Memorial.
Un grupo de niños negros
con sus maestros negros
pronunciaban granitos de discurso
del abuelo Martin.
Hondeaban la bandera estrellada
de su país.
Quién sabe
si alguna de esas estrellas será suya.
Quedarían plantadas en sus cerebros
las semillas.
La memoria de aquella tea que no se apaga quedará como estrella en sus corazones. Lo esperamos tu, yo, nosotros, viejo Luis. Buena esa!!
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