Nada
hay en el abismo de tus ojos
el
aliento vital de tu boca
me
lleva a tus labios.
Mis
preguntas, mis respuestas, tu silencio,
mis
manos que te queman y las tuyas que me hieren
En
tinieblas, en el húmedo suplicio
sales
de mi piel
de tu
cuerpo, de mi ser.
Vigía
de mis sueños
Ardiente
surcas con tus trazos
con
tus trémulas manos
marejadas
rugientes en mi pecho.
Caricias,
soplos
luchan
por encontrar tu desnudez
brazos,
piernas, en un solo cuerpo.
Vas de
mis pies a tu cintura y vuelves,
de tus
caderas a mi boca.
Trazos
de un solo cuerpo,
las
manos son pinceles,
en un
mismo suspiro,
en una
sola piel,
en el
mismo sudor,
en un
mismo latido,
en una
sola sangre.
Hebert Lozano
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