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viernes, 27 de junio de 2014

Jacobo viaja con las lluvias

Eduardo Toro Gutíerrez


  Camelia consumía el tentempié de la tarde acompañada de  sus dos hijos, Fabián y Juliana, de diez y nueve años. Era lunes, distraída por el tintineo musical de la lluvia tras la vidriera,  miró a sus hijos y les extendió  la mano. Timbró el teléfono sobre la mesita con incrustaciones de marfil. Camelia se apresuró a responder y después de escuchar dijo: gracias Rosemary, pronto lo tendrás de vuelta. Se tomó el mentón con el pulgar y el índice y saboreó un poco de pasado.Volvió al comedor al lado de sus hijos, sin palabras para expresar el sentimiento que la agobiaba y solo tuvo una sonrisa breve, que floreció en sus labios como un coral partido.

La prenda



Alvaro Mejía López
  

Mientras la señora Zhang Xuni descendía las escaleras que llevan a la primera planta de su casa, una empleada había orientado a la visitante al salón de recibo.
–Soy Xiaomei,  señora Zhang Xuni. Gracias por recibirme.
Se trataba de una mujer joven y hermosa, con blanco traje de pedrerías ceñido hasta la media pierna. Bajo el brazo portaba una pequeña cartera y combinaba el conjunto de su porte con la reiterada repetición de una caricia coqueta al anillo de brillantes que lucía en su mano derecha. La dueña de casa sonrió con amabilidad y la invitó a sentarse. Al tiempo,  con un chasquido de dedos pidió a la empleada que se acercara.
– ¿Té o café?
La visitante prefirió café, y, sin muchos adornos, comenzó por contar a la señora Zhang Xuni quién era y cuál el motivo de su visita.