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martes, 28 de junio de 2022

Asombro ante un enigma omnipresente

 



María Lucía Muñoz G.

El asombro ante lo inexplicable, mi mayor impacto en situación de pandemia. La percepción consciente del tremendo trastorno causado por ese enigmático ser microscópico denominado SARS-CoV-2, o Covid 19, cuyo vector proviene de posible origen chino, según noticias, de un murciélago en un mercado de animales, era la noticia más exótica del momento.  

Al asombro inicial se sumó otra sensación más potente, la incertidumbre. La muerte empezó a merodear muy cerca y parecía que escapaba de la ficción de cuentos de terror o de alguna novela negra. Ahora estaba más cercana, presente y real, no pudimos despedir un primo, médico internista, ni amigas y amigos, ni  varios conocidos lejanos

Mi perro y yo en pandemia

 

Clemencia Gómez

Hasta que no hayas amado a un animal, parte de tu alma estará dormida. 

Antole France (1844-1924), premio nobel de literatura 1921.   



Calles solitarias y bajo fluir de vehículos, hacen parte de la nueva realidad, aislamiento y protección dos palabras que marcan la exigencia de los entes gubernamentales, para frenarlos contagios generados por la invasión del intruso visitante denominado Covid 19.

No me transo con el encierro, mi perro me invita a caminar, se convierte en el pasaporte de salida.   Nadie parece tener prisa de llegar a algún destino, la angustiosa carrera de nuestro planeta ha disminuido, el entorno se muestra amigable y dadivoso, parece pintado para los dos, nos dejamos abrazar por él.  

Muertos, Ucis, medicamentos, precauciones, estadísticas, recomendaciones, quedan atrás, es hora de retomar la vida, de vivir sin la angustia del entrometido forastero, nos perdemos en la calma de las vías y los parques, ellos nos ofrecen su reposada compañía.

La Parca siempre avisa


Jesús Rico Velasco

Don Pablo Rico como lo llamaban sus trabajadores, sus vecinos y amigos, murió de una herida con arma de fuego por una bala de revolver que le penetró por el hombro izquierdo. Entró casi rozando su corazón y le destrozó los intestinos, parte del estomago y fue a terminar incrustada en su riñón derecho, en la tarde del domingo

7 de marzo cuando fue trasladado con diligencia, desde el pueblo de Timba (Valle) por su esposa Aida Micaela y su hijo José Eusebio de 12 años, en una odisea por las carreteras destapadas de Guachinte y Jamundí hasta la clínica de Occidente en la ciudad de Cali, en donde fue operado de urgencias y cuyo intento de recuperación duró aproximadamente diez días, hasta su fallecimiento el martes 16 de marzo acompañado por su familia a las tres de la tarde de 1948.

El muñequero

 


Eduardo Toro 

Inspirado en una historia del maestro Chucho Rico

Canela era una mujer campesina, fresca y alegre como el aire de las cumbres andinas de nuestra cordillera occidental; se educó con las monjas del pueblo y obtuvo licencia para  ejercer como maestra rural. Rosa, su hermana mayor, solterona por vocación, dedicó su vida a la modistería y, a punta de pedal, logró hacerse a una giba tan notoria, que todos en el pueblo la llamaban Rosa Joroba.

Canela, muy joven, unió su vida a la de un Juan Charrasqueado de vereda, con quien tuvo dos hijos. Su marido que, por supuesto, era borracho y arriesgado en el amor, un día de ferias en el pueblo, de regreso a casa resbaló en un pantano del cual fue levantado sin vida, revolcado en sus propias miserias.

Cuánta fotaleza nos da un niño

 

 Yolanda Delgado

 


Era la navidad de 2020. Veníamos desde marzo con el contagio del Covid19. Estábamos encerrados y llevábamos al extremo nuestros cuidados. Todas las compras se hacían a través de mensajeros. El 10 de diciembre nuestro hijo dio positivo para Covid.   No nos paralizó el miedo.  Él se refugió en un hotel y cómo llevábamos muchos días de contacto nos hicimos la prueba y dimos positivo todos, incluida la empleada que hacía los oficios de la casa. La alojamos en un aparta hotel  cercano a la casa, para estar atentos a su  evolución.

Santa Librada

Jesús Rico Velasco

 


Me  gradué como  bachiller en el colegio de Santa Librada en julio de 1960. Habían pasado seis años desde aquel día miércoles primero de septiembre de 1954 cuando empecé los estudios de secundaria en el colegio más antiguo y prestigioso de bachillerato en la ciudad de Cali. Eran las siete de la mañana cuando llegué a la puerta de entrada   por la calle 15. Me sentía contento por que   de alguna manera estaba familiarmente ligado al trasfondo académico del Colegio.

lunes, 20 de junio de 2022

Señales

 

María Fernanda Domenici


  

Todo empezó en una fría casa de estilo colonial: un solo nivel, zaguán, patio central con piedras de río, y un solar con árboles frutales. Aquí vivirá el protagonista de nuestra historia, un hombre casado, dos hijas, una esposa supersticiosa, temerosa de Dios, fiel católica hasta la médula. Habían comprado la casa seis meses antes a un precio sospechosamente atractivo. La casa les ofreció estabilidad y gozo; todos pensaron que había sido la mejor inversión.

Una noche, Lucía sin poder conciliar el sueño, escuchó un sonido crepitante. Intrigada, se levantó de la cama, dejando a Javier sumido en un profundo sueño. Al llegar a la sala, alcanzó a divisar que algo al pie de una de las ventanas ardía, se llenó de terror, regresó a la habitación, y zarandeó a Javier. 

           ¿Qué pasó?–exclamó soñoliento.

     ¡Ay Javier, he visto una flama en la sala!–dijo Lucía nerviosa.

martes, 14 de junio de 2022

La casa de las muñecas de Doña Herminia

 

 Jesús Rico Velasco

        Herminia se casó a temprana edad con  Marino Salazar,  un agricultor ocasional  a quien no le  gustaba trabajar. Era conocido por la gente del pueblo como un hombre mujeriego, parrandero y jugador. Quizás por esto estuvo muy poco en la vida de sus dos pequeños hijos, Jorgito de 3 años y Alicia de cinco años. Marino salió un sábado, día de mercado en el pueblo, muy temprano con su ropa de postín. Pero antes de despedirse en el portón de la casa,  Herminia le dijo:

- ¡Cuídate Marino! Hoy es un día de mucho alboroto en el pueblo. No vaya ser que te pase algo.

Marino le contestó con grosería:

- No me joda. Yo me cuido solo. Ya vuelvo.

Vamos por el cambio

 

 Llegó el instante crucial

para asumir con rigor,

mil retos en aluvión.

Apremia en bloque afianzar,

tallada senda de paz.

No basta hallar al líder.

Mil obstáculos perviven.

                                                      La enfermedad de poder,

no da su brazo a torcer.

Falsas verdades exhiben.


Luz María Gómez Ospina

miércoles, 8 de junio de 2022

Hoyo en uno

  Jorge Enrique Villegas 

         

Hoy es sábado. Llueve desde la madrugada de manera intermitente y la temperatura está baja. Salí temprano a trotar en el parque cerca de donde vivo. Me animé al pensar que encontraría pocos autos y pocas personas. Puede parecer egoísta pero el momento sería más amable. No fue así: me cogió un chubasco que me lavó. Regresé al apartamento donde vivo, un tercer piso. El edificio está climatizado y es confortable. Se halla separado de otro bastante viejo por una calle, creo que es de comienzos del siglo pasado. Desde la ventana de la sala puedo ver a la vecina del frente que ocupa el piso al nivel  del mío. Ella me gusta. Ha de estar entre los 30 y los 35. Tiene bonita y proporcionada figura. Cada vez que la veo, hago de voyerista: corro un poco el velo  la observo y me hago ilusiones. Vive sola aunque la he visto unas cuantas veces retozando con su amante. Hemos coincidido en el transporte y me agrada su risa y el tono de la voz. Una mañana me atreví a saludarla. Se llama Lucy…

Y la sierpe sigue ahí

 

Luz María Gómez

 


Reposa la sierpe ahí,

Agazapada y falaz.

Ante estocada final,

dermis adopta sin fin,

en su afán de pervivir.

Artificio ven algunos,

otros acusan barullo.

Cazadores van tras pieles,

que causaron tantas hieles.

Para cientos, son murmullos.