Vistas de página en total

martes, 28 de junio de 2022

Asombro ante un enigma omnipresente

 



María Lucía Muñoz G.

El asombro ante lo inexplicable, mi mayor impacto en situación de pandemia. La percepción consciente del tremendo trastorno causado por ese enigmático ser microscópico denominado SARS-CoV-2, o Covid 19, cuyo vector proviene de posible origen chino, según noticias, de un murciélago en un mercado de animales, era la noticia más exótica del momento.  

Al asombro inicial se sumó otra sensación más potente, la incertidumbre. La muerte empezó a merodear muy cerca y parecía que escapaba de la ficción de cuentos de terror o de alguna novela negra. Ahora estaba más cercana, presente y real, no pudimos despedir un primo, médico internista, ni amigas y amigos, ni  varios conocidos lejanos


La incertidumbre crecía con el tiempo ante las imágenes de centenares de ataúdes y fosas, en algunos países más que en otros. La perplejidad total llegó con las inimaginables posturas de importantes líderes políticos que contrastaban con explicaciones y evidencias científicas. Se develaba un arbitrario manejo económico en algunos gobiernos como también en clínicas y hospitales. A diario se alimentaban hipótesis de especulaciones desmedidas aliadas a los intereses financieros de farmacéuticas multinacionales.

En el ámbito privado el impacto lo causaba la ultrahigienización de todo el entorno hogareño. Ese tal ser microscópico era una amenaza que vivía en cualquier lugar o  podía llegar adherido a la suela de los zapatos, en la ropa, en los víveres, en el abrazo o el beso cotidiano. Por primera vez éramos conscientes de un extremo cuidado para sobrevivir. Por esto nos desinfectábamos varias veces al día y con rigor lavábamos cada parte de nuestras manos como lo ilustraban numerosos carteles en lugares públicos. 

Este inevitable uso del agua abrió el ventanal del hambre como una realidad económica, social y política. Era inocultable el desamparo estatal y la pobreza extrema por el desempleo en que viven muchísimos ciudadanos de los países menos desarrollados del planeta, abundaban las imágenes cadavéricas de niños y adultos, ya no eran sólo los de África. Acá, en Colombia, impactaban la gran cantidad de barrios pobres y trapos rojos colgados en las ventanas anunciando su imperiosa necesidad de ayuda solidaria, en contraste con los gastos desmedidos de entidades estatales y el apoyo a algunas empresas privadas en nombre de la emergencia sanitaria.  

Pero, la realidad también es dialéctica y  emergían impactos positivos en medio de todo este panorama. De un momento a otro la escuela y la academia entraron a los hogares; afloró la creatividad de maestras y maestros asumiendo esta transformación de la cotidianidad escolar y, desde mi condición de docente  felizmente jubilada, entreví que es eso de la  resiliencia. En un diverso y colorido abanico de situaciones muy particulares, era visible el compromiso de enseñar y aprender y, desde cada casa, las familias afrontaban el acompañamiento de los aprendizajes escolares y académicos.   

Los medios de comunicación eran voceros de los tremendos contrastes entre el impacto de las tecnologías y lo que es el bienestar. Algunos estudiantes se daban el lujo de tener su celular con cámara cerrada para no afectar la señal y grabar las clases mientras seguían durmiendo. Otros estudiantes, en zonas rurales y en zonas urbanas, sólo tenían señal de internet si se subían a los árboles o se pegaban  a la señal de internet de una cantina o un local comercial más cercano. Y cómo dejar de pensar en la jornada escolar remota en aquellas casas donde sólo los adultos tenían un celular y con éste trabajaban. A los estudiantes les tocaba esperar que lo desocuparan o que regresaran a casa para conectarse con sus profes, en horario extraescolar, para que les explicaran lo que habían visto ese día.  

Esta caótica realidad en medio de la peste nos obligó a otro uso del tiempo,  mientras se hacían algunas actividades cotidianas se abrían espacios para la escucha de podcasts y videos, podría afirmar que nunca fui una oyente más atenta que en esta época. Con un grupo por zoom disfrutamos la lectura en voz alta de la novela El ensayo sobre la ceguera de José Saramago, pero a la mayoría les pudo el cansancio de las pantallas y el grupo se disolvió como una bruma en el espacio.

https://www.muyinteresante.es/cultura/arte-cultura/fotos/novelas-sobre-virus-plagas-y-pandemias-451592216554E


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario