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martes, 28 de septiembre de 2021

Lo que se moviliza en Salvar el fuego

                                       Luz María Gómez Ospina

   

La obra tiene una estructura magistral. Varios narradores nos cuentan diversas historias que se entrelazan, y a la vez, una misma vivencia es narrada por los personajes involucrados. El relato se fortalece con diferentes puntos de vista. Marina en primera persona nos comparte la maraña de su existencia. Francisco usa la segunda persona para conversar con su padre Ceferino, ya fallecido. La información que nos llega devela la siniestra personalidad del padre y nos permite asimilar el drama que moviliza la obra.  Amplía la visión de la trama, otro narrador en tercera, que detalla la actuación de personajes que se atraviesan e inciden en los sucesos principales.

 



Para mayor novedad, las diversas narraciones se encadenan con escritos de presidiarios que sirven de cierre y de apertura a las historias que continúan contándose y adquieren relevancia, cuando el argumento ha tomado fuerza. El relato que abre la obra, narrado en tercera persona, solo cobra sentido al final cuando Marina la protagonista, nos lo presenta en primera persona. Engrandece el cierre, la conversación que Francisco fallecido continúa con su padre; sepultado al lado de su tumba, le narra los hechos que desencadenaron su muerte; espera sin lograrlo, que le diga algo. Observo aquí una gran influencia del escritor Juan Rulfo con su Pedro Páramo, en la que los personajes conversan y relatan sus historias desde las tumbas. 

Avanzamos y nos sumergimos en la compleja estructura. Sentimos los cimbronazos del entramado.   Para bien nuestro, recibimos de Arriaga el bálsamo del dominio lingüístico, su variedad:  un lenguaje culto, profundo, filosófico y literario. En Francisco y Marina, un lenguaje popular y coloquial. La tercera persona denota el sentir de los presidiarios y de personas con bajo nivel cultural, aunque no por popular deja de ser creativo y profundo. Abundan las metáforas y expresiones cargadas de humor; también observamos modismos y refranes y la combinación tan singular que hacen, del español y el inglés. Entre los presidiarios se destacan las intervenciones de JC y de “El Máquinas”.  El narrador usa mayor ingenio cuando nos comparte los pensamientos de JC.  Equipara la genialidad literaria alcanzada en sus textos como recluso con la que podemos esperar, en su discurrir cotidiano. Citaré algunos ejemplos:

Editorial Alfaguara, página 587: “No le convenía exhibirse por ese mall de pobretones, algún pitonero podía soplar a los cuicos que un tipo con uniforme de preso andaba por ahí, aunque las tripas le comenzaban a ladrar y la garganta a pedirle hábitat de pececitos.”

Página 594: “Le costó trabajo identificar por cuáles calles avanzaba. A la ciudad le habían hecho cirugía plástica…Su infancia había transcurrido cercana a ere río convertido en plasta de asfalto.”

Página 595 y 596: “¿y si ella no quisiera irse con él? No, no era posible. Ella se había adentrado hasta el mismísimo magma del reclusorio a decirle que lo amaba. Y no se lo dijo así no más, se lo dijo justo en medio de la Gran Guerra. Para verlo tuvo que cruzar la serranía de granaderos y la selva de federales que rodeaban la prisión. Ese sí que era amortiguador sin barrenos.”

Páginas 601 y 602: “Descubrió detalles de Marina en los que antes no había reparado: venas como lagartijas azules sobre sus antebrazos; el pequeñísimo lunar bajo su párpado inferior izquierdo; la arruguita apergaminada en el ceño; la constelación de motas amarillas en sus iris; el rayón de una cicatriz en el nacimiento de la mandíbula. Marina poliédrica bajo la luz de la región más transparente del aire.”

Arriaga trabaja con profundidad, temas de trascendencia: el poder, el arte, el amor, la locura, la muerte. Detengámonos en el poder.  Sentimos su contundencia cuando el narcotráfico arrodilla a los funcionarios del gobierno; se someten con su gran aliado, la corrupción. Nos estremece el poder que Ceferino imprime sobre su mujer e hijos; Ceferino para “liberarse”, decide estudiar y es exitoso; da conferencias orientadas a concientizar a su raza, la indígena, del sometimiento feroz que por siglos han recibido; la paradoja es que subyuga y tortura a su familia. A sus hijos les impone sin compasión, la fortaleza física y les exige un nivel intelectual, alejado del goce. Ceferino usa el conocimiento como instrumento de poder, no de liberación propia ni de sus seres cercanos; su mujer blanca y hermosa, es doblegada brutalmente; le simboliza España. Su actividad sexual desenfrenada, representa aún más la necesidad de cobrar una venganza, de desahogar un resentimiento que todavía no supera. JC por tener facciones blancas, es entre los hijos, el más agredido.

El amor, si así le podemos llamar a la relación tormentosa entre Marina y JC, muestra la antítesis de lo establecido desde lo social, la familia, la educación, la moral y la religión. Los une el deseo de derribar paradigmas. Provienen de ambientes muy distintos; pero se sienten identificados en el hastío preestablecido social y culturalmente. La mayor ligazón, la encuentran en sus vivencias con el arte desde diferentes frentes. A Marina la ahoga la relación sin sobresaltos con su esposo e hijos y en su afán por mostrar en sus danzas lo diferente, lo caótico, lo que sucumbe, decide irrumpir en el tenebroso laberinto carcelario y en ese ámbito encuentra con sorpresa, lo que venía buscando para su arte y para su vida. En la página 325, nos dice: ““Después de mi experiencia con José Cuauhtémoc, podía arriesgar que las cosas no se “dan”, se ´propician.””

La obra se mueve entre grandes contrastes y paradojas. Se activan con “la educación” ejercida por Ceferino sobre sus hijos. El ser salvaje, intrépido, indómito e irreverente; pero a la vez ilustrado y crítico que Ceferino “moldea” en JC, es el ser que Marina inconscientemente, estaba buscando y JC sin pretenderlo, halló en Marina la persona que necesitaba:  no lo juzga y está dispuesta a vivir con él, la osadía de volcar lo establecido.  La fuerte conexión que sintieron cuando cruzaron por primera vez sus miradas y palabras en la cárcel, la explicita muy bien Marina con las siguientes palabras que dan continuidad a su pensamiento, expresado en la cita anterior: ““Pulsiones inconscientes me empujaron a buscar la relación con José Cuauhtémoc. Cuáles eran, las ignoro, pero “quien encuentra hace rato que está buscando, aunque no lo sepa”. Aun cuando al final del laberinto me esperaba un Minotauro volátil y amenazante, decidí arriesgar.”” Página 325.

Continuemos con la paradoja:  JC el único hijo capaz de enfrentar al padre y de atentar cruelmente contra su vida, es el más cercano a su personalidad: desafiante, rebelde, arriesgado, erudito, gran lector y escritor.  Tuvo que eliminar al padre, gran violador de derechos humanos, para poder ser él y enfrentar a su vez, las crueldades e injusticias de la sociedad. Gracias a las torturas físicas y emocionales vividas, fue capaz de soportar la infamia del apando en la cárcel. JC necesitaba cometer el parricidio. Arriaga logra que los lectores no lo juzguemos. A pesar de convertirse   en el asesino de su propio padre y de otros, captamos en la hondura de su ser, ternura, solidaridad, creatividad, deseo de justicia y lo más importante, capacidad de amar.

 Para entender los logros de JC, analicemos a sus hermanos Francisco y Citlalli. Son personas con grandes frustraciones a nivel personal; la más afectada, Citlalli. Francisco comienza a aflorar su   generosidad, al ser capaz de brindar fuerte apoyo emocional y económico a JC y Marina. Lo seduce la fuerte relación y sueña vivir algo similar. Se engrandece, al dejar para todos sus seres queridos un buen sustento económico. Podemos decir que Francisco se transforma, al   acercarse de nuevo a su hermano; no lo juzga y entiende sus transgresiones. Se torna más sensible, más humano. Nos entristece verlo como una víctima más, de las acciones de JC y Marina.

El final de la obra es casi “rosa”. Después de vivir tantas páginas de conmoción, esperábamos ver a los protagonistas muertos o frustrados en el alcance de sus metas; por el contrario, Marina y JC, continúan la comunicación y el fluir de sus sueños, a pesar de encontrarse en distantes espacios carcelarios. Guillermo Arriaga les rinde un homenaje por ser seres transgresores y creativos que desafían unos comportamientos sociales que, en muchos casos, van aliados con la perversidad.  El homenaje mayor lo lleva Marina por el final que le dedica. El cierre de la obra es hermoso porque enaltece no solo sus sueños, si no al arte mismo como acción liberadora. El arte no solo transforma a Marina. Su alcance llega hasta las presidiarias que danzan a su manera y con sus recursos, en un espacio del que muchas saben que jamás saldrán.

Y seguimos con el arte como liberador. JC se fortalece y resiste el ambiente carcelario por su habilidad para tejer relatos con gran despliegue poético. Lo hace mucho antes de conocer a Marina. El apando es la mayor prueba; afronta la crueldad del encierro con su ingenio para crear historias y memorizarlas. Todo indica que será un escritor destacado, cuando gracias a Francisco, su obra sea publicada. El arte aparece en sus variadas formas como la danza, el cine y la literatura. En el cine se destaca Héctor, con un trabajo que incomoda y cuestiona a los receptores.  La financiación y promoción de la actividad artística en la cárcel, superando todos los obstáculos posibles, por parte de Pedro y del escritor Julián, es encomiable.

Otro tema muy importante es el significado del fuego. Va más allá de lo que puede representar el quemar vivo al padre. Trasciende a la relación entre JC y Marina. Salvar la relación es “salvar el fuego” o mejor: es para JC ir detrás de Marina, quedarse con ella. En las páginas 579 y 580, lo podemos leer: ““JC ve la chanza real de fugarse…Se detiene. Su obra… ¿Vale la pena regresar por ella? “Si mi casa se quemara y solo pudiera salvar una cosa ¿qué salvaría?”  El fuego, el fuego, el fuego. Es ahora o nunca, José Cuauhtémoc. Marina está allá afuera, pendejo. Fuego. Fuego. Fuego. Llevas la obra en tu cabeza. Ahí está guardada. Cada historia te la sabes de memoria. Ve por Marina. Apuesta por el fuego, José Cuauhtémoc.”  Y hay más alusiones al fuego; pero esta me parece la más significativa. Quemar vivo al padre, abre la puerta de la liberación en JC. El horrendo acto es en su contexto, lo que le va a permitir encontrarse en el arte y hallar   el camino que lo conducirá a Marina, “su Fuego”.

Para cerrar, considero fundamental plantear el siguiente interrogante: ¿Qué puede significar para los lectores, la presentación tan detallada y profunda que hace Arriaga del psiquismo de un personaje como Marina? Su comportamiento nos impacta inevitablemente. Estamos acostumbrados a ver los cuestionados actos en los hombres y a percibir que la condena pasa de agache. Al destacar a una mujer como protagonista de ellos, la rescata de seguir representando la pasividad y la continuidad de unos valores sociales. Lleva su ruptura de esquemas al extremo para que nos agitemos con su tsunami y reflexionemos sobre el gran rol que la mujer ha tenido y tiene en la sociedad.


 

   

 

 

 

 


1 comentario:

  1. Con relación a la publicación del texto que escribí sobre "Salvar el fuego", es necesario aclarar que hubo un cambio en el manejo de la puntuación que afecta el sentido. En el tercer párrafo cuando hablo sobre el manejo del lenguaje, debió quedar: "Disfrutamos de su variedad y formas: un lenguaje culto, profundo, filosófico y literario en Francisco y Marina y un lenguaje popular y coloquial, narrado en tercera persona que denota el sentir de los presidiarios y de personas con bajo nivel cultural,..." En la publicación, después de filosófico y literario va punto y sigue: Francisco y Marina, un lenguaje popular y coloquial. Como puede verse, cambia mucho el sentido. Gracias. Luz María Gómez Ospina.

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