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lunes, 24 de septiembre de 2012

Memorias de Adriano


Gloveta

Publicado en 1951, el libro le tomó varios años a su autora, quien lo escribió entre 1924 y 1929, es decir, entre sus veinte y veinticinco años. Trabajo emprendido y abandonado en varias oportunidades. Su escritura conllevó al estudio profundo de los clásicos, de toda la historia de Roma y de Atenas, de la vida de los emperadores. Libros que Yourcenar leyó en el idioma original, o al menos, en las traducciones más antiguas que se encuentran. No hay duda de que la autora es una erudita en tales temas, lo cual se percibe en cada párrafo.

El libro consta de seis capítulos:

1- Alma pequeña, efímera, amable

2- Variado, múltiple, cambiante

3- Buscando la estabilidad

4- Oscuridad que ilumina

5- Disciplina augusta

6- Paciencia

Marguerite Yourcenar quiso exaltar la vida de Adriano, el emperador visionario, el que consolidó el imperio. Quien no se preocupó por ganar más territorio para anexarlo a las ya obtenidas conquistas, su interés era gobernar y hacerlo bien. El imperio comprendía grandes extensiones y países. Adriano se dedicó a recorrerlo, a gobernarlo y a reformarlo. Durante veinte años viajó por todo el Imperio ejerciendo el poder y conociendo de primera mano a sus habitantes, tanto ricos mercaderes como pobres pescadores. Diseñó y construyó ciudades, acueductos, puentes. Trabajó en la reconstrucción de muchos sitios. Al emperador le fascinaban las artes y las letras. Por ello no dudó en construir bibliotecas y grandes monumentos. El Panteón, el Santuario de Venus, el Olimpión de Atenas, el acueducto de Cartago. Fue de su especial interés la parte agraria, en donde hizo una verdadera reforma.

Adriano amaba la belleza, le entusiasmaba la astrología, escuchaba a los astrólogos para entender el movimiento del mundo. Era cliente de los astrólogos. Leía a los poetas y él mismo escribía versos. Sentía especial predilección por la música ejecutada por flautas, liras y cítaras. Le dio nueva vida a Atenas: revisó su constitución. Redujo el número de funcionarios para disminuir los costos del estado. Creó fundaciones universitarias para convertirla en un importante centro de estudios. Durante su gobierno el Imperio llegó a tener un auge y un crecimiento nunca visto antes.

Aunque casado con Sabina, con quien tuvo un matrimonio de conveniencia,, viajaba solo por el mundo, ella tenía su propio séquito. Ya en la edad madura Adriano conoce a Antínoo, adolescente del cual se enamora y al cual le rinde honores, fundando la ciudad de Antínoe, a la que dedica especial cuidado en el trazado de sus calles y esplendor en su arquitectura.

La autora nos narra con lujo de detalles el complejo manejo de la sucesión de un emperador: Tajano escogió a Adriano, y el mismo Adriano en vida selecciona a sus sucesores, nombrando a Antonio Pío (como hijo adoptivo) y a Marco Aurelio (como nieto adoptivo).

Haciendo un homenaje a la maravillosa prosa de Marguerite Yourcenar y a su traductor, Julio Cortázar, tomo un aparte del libro: “A la hora del crepúsculo, acostado en la popa bajo una pequeña tienda de púrpura, lo escuchaba leer a los poetas de su país, hasta que al anochecer borraba tanto las líneas que describen la trágica incertidumbre de la vida humana como las que hablan de palomas, coronas de rosas y bocas besadas. Un aliento húmero ascendía del mar; las estrellas subían una a una al lugar que les está asignado; balanceado por el viento, el navío corría hacia el oeste rasgado por una última franja roja; una estela fosforescente se tendía tras de nosotros, muy pronto cubierta por la masa negra de las olas. Y pensaba que sólo dos asuntos importantes me esperaban en Roma. Uno era la elección de mi sucesor, que concernía al imperio entero, la otra era mi muerte, que solo me concernía a mi”.

Libro imprescindible. Excelente.

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