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jueves, 26 de diciembre de 2013

¡Qué falta que me hacés!


Cash


El tema del tango es apasionante porque tiene que ver no solamente con su música sino con la historia misma de la Argentina y su poblamiento con inmigrantes europeos propiciado principalmente por el dictador Rosas. En ese sentido pienso que el tango está emparentado con la salsa de los inmigrantes caribeños y, ¿por qué no?, con el Jazz. Y si no, que lo diga Piazzola.

Cada tango cuenta una historia, una tragedia, un amor frustrado, de 
allí su aire tristón, melancólico y, como decía antes, su melodía y letra es compuesta por inmigrantes que sabían que le estaban 
apostando a un futuro incierto en el que atrás quedaban patria, 
familia, paisajes, amistades, es la nostalgia misma puesta en 
pentagrama.

Muchos argentinos de principios del novecientos se movían entre dos extremos. Por un lado, la necesidad de irse, de emigrar de una Europa empobrecida y convulsa. Por otro lado, ya inmigrantes en otro país, unas ganas locas, también enfermizas, patológicas, de volver. Dicho en términos técnicos, se balanceaban entre la "apodemialgia" y la "nostomanía", palabras que en su composición etimológica describen a cabalidad las manifestaciones síquicas y sociales a las que me refiero. Veamos.

"Apodemialgia" se descompone así: "Apo", preposición y adverbio griegos que se traduce como de, desde, lejos, y como prefijo denota separación. "Demos" significa pueblo (de hecho, el verbo "apodemó" es irse de viaje, estar fuera, precisamente emigrar. 

Finalmente, "algos" es dolor, dolencia: neuralgia (dolor nervioso), cefalalgia (dolor de cabeza), etc. En concreto, apodemialgia es: Afección contraria a la nostalgia, que impulsa a abandonar el propio país.

"Nostomanía", en el polo opuesto, es simple y llanamente, "nostalgia morbosa". Viene de "nostos", que significa vuelta a la patria, regreso, y "manía", locura, extravagancia, idea fija. Si a "nostos" le añadimos la palabra "algos", resulta la otra realidad que se enredaba entre guitarras y bandoneones: nostalgia, que se define como el dolor del regreso, la tristeza del que desea volver a su patria, a su familia, a su casa. Se cuenta que Ulises "deseaba ver elevarse el humo de las chimeneas de su patria y anhelaba morir". Ahí está definida la nostalgia, la añoranza, la saudade, la morriña. Quienes hemos vivido en el extranjero la hemos sentido.


La cura del desarraigo es el retorno. Y añoranza (que viene del catalán "enyorar" y éste del latín "ignorare", no tener noticias de alguien o de algo) es recordar con pena la ausencia de una persona o de una cosa querida.

El peligro, tanto de esas ganas locas de volver, como de las ganas locas de irse, es que se conviertan en patologías del desarraigo, de desencanto vital, de apatía por el entorno del que se huye o al que se llega; de falta de compromiso con el país del cual se emigra o de aquel al que se llega como inmigrante; de la frustración como destino biográfico o social.


Cuando Olga viajaba a Alemania o a Estados Unidos, yo siempre le 

dedicaba Qué falta que me hacés, hoy lo he escuchado y llorado. 

Les quiero compartir una anécdota que quizás algunos de ustedes me han escuchado referir: en enero de 1989 Carvajal me envió a hacer un trabajo a Brasil, estando en Salvador Bahía, ciudad hermosa al nordeste del país, fuimos con Benedito, el gerente zonal y otras dos personas a comer en un elegante restaurante. Cuando llegamos estaba tocando un conjunto argentino. 

Al terminar la tanda fui al baño con la intención de volver a pedirles que tocaran ese tango. Estaba yo allí cuando entró el cantor y le dije que en Colombia amábamos el tango y que le quería pedir que en la siguiente cantara uno para dedicarlo en la distancia a mi esposa. Me contestó que no era posible complacerme porque ya habían terminado la presentación y ellos se iban a cumplir un compromiso en otro lugar y agregó:

_"¿Cuál tango querías dedicarle a tu esposa?"

Le dije:
_Qué falta que me hacés.
Para sorpresa mía, el tipo arrancó a cantar a capella en el baño únicamente para mí.
Todavía me pellizco y me parece mentira.



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