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martes, 30 de enero de 2024

Ana Reyneiri Fonseca: una centenaria amiga costarricense

 


 

Jesús Rico Velasco

 


La vida me dio la oportunidad de conocer a Ana Reyneiry Fonseca  Gutiérrez  cuando tenía 104 años de edad y once meses, durante la visita a los centenarios en la “Zona Azul”  de la Península de Nicoya en Costa Rica. Hija de padres campesinos, Guillermo Fonseca y Celina Gutiérrez .  Una familia  de cinco hijos, tres mujeres y dos hombres amantes de  la vida en el campo. La hacienda de Don Guillermo era extensa,   necesitaba la ayuda de sus hijos para manejar el ganado que pastaba en las lomas del poblado cercano conocido como “Pozo de agua”,  y en la siembra de productos agrícolas que se cosechaban para la vida diaria y  el comercio con vecinos y mercados cercanos .

 Álvaro el   mayor orientaba las actividades de  los hermanos en la familia. Asistían a la escuela rural en “Pozo de agua”. Ana Reyneiry bautizada en la parroquia de Nicoya el 27 de agosto de 1914  cuenta que la educación era al natural, en lo que ocurría en la  vida diaria de la hacienda.  En la escuela se aprendía a leer y escribir en los únicos tres  años de primaria que existían, por la necesidad de la ayuda en las labores domésticas y  agrícolas. Ella disfrutaba mucha de su vida con sus hermanos, iban a la escuela en las mañanas y en  las tardes  al regresar a la casa después de un almuerzo ,un poco tardío, se ponían a trabajar.

 Vivían en una finca situada a tres horas a caballo de la población de Nicoya en el distrito de Quebrada Honda en donde vivían  algunos familiares como Pachito Villegas Fonseca, su primo hermano,    lo conocí cuando  cumplía  los  102 años. Un personaje muy reconocido entre los centenarios y querido por todos  hasta su muerte en el año 2023  con 106 años. Fue muy reconocido en todo el país porque a su edad tan avanzada montaba a caballo con mucha frecuencia.

 Ana Reyneiri  compartía la vida con sus  hermanos,   en especial con Álvaro, su hermano mayor,  la quería mucho y la guiaba  por recomendación de su papá Guillermo.  Ana Reyneiri era una mujer feliz montando a caballo, bailando y recorriendo la finca. Quizás esta fue la razón para esperar a casarse hasta   los 35 años con un hombre 10 años menor que ella  pero decía que la diferencia de edad nunca  se notó . Su esposo Luis era carpintero  compraron  una finca y construyeron su casa. Ella le  ayudaba vendiendo productos de la finca, comprando y levantando  ganado que ella misma administraba. Los problemas de salud de Luis presionaron la vida en la finca hasta el punto de buscar ayuda médica en la ciudad de San José, la capital. En el ir y venir se fueron agotando los recursos, tuvieron que vender su carro, y disminuir  las actividades que generaban ingresos. Luis murió a la edad  de 93 años con 68 años de matrimonio.  Perseguida por los acreedores  fue obligada a vender su propiedad. Víctima de  asonadas e incendios intencionales  al final lo perdió todo. Mientras conversábamos con una mirada  meditabunda y  afligida me dijo,

 «Es increíble, pero todos se murieron… mis hermanos, todos los miembros de mi familia, no quedó ninguno, ni siquiera el ahijado  que me trajo aquí al hogar del anciano y que realmente no era de mi familia. » 

 Ana Reyneiry  no  tuvo hijos, decía que sólo Dios sabía por qué.   Junto con su esposo, ayudó en la crianza de más de 20 ahijados que agradecidos los visitaban con alguna frecuencia. Ella era la que maneja la finca, vendía y compraba ganado mientras Luis trabaja en su propia carpintería  y un aserradero móvil para realizar trabajos en algunas de las fincas y pueblos vecinos .

  El día que la conocí  estaba sentada en  una banca frente  a su habitación   en  la “Casa del abuelo”. Su alcoba  sencilla, limpia y adornada  con sus llamativos sombreros dejaban descubrir a una mujer hermosa.  Me saludó con un cálido y fuerte abrazo.  Llevaba un sombrero de ala ancha,  un vestido  color verde oliva ligeramente oscuro,  pulseras  en ambos brazos, un  broche sujeto en su vestido y un collar  que hacia juego con sus  zarcillos de perlas. Una sonrisa franca y genuina con  dentadura completa  adornaba  su figura de  mujer con una historia de  grandes emociones y un espíritu guerrero    de principios del siglo pasado.

  Llevaba varios años  viviendo en la “La casa del abuelo”.   Apreciada y admirada por todos, visitada con regularidad por  periodistas de noticieros y programas de Televisión nacionales e internacionales. Me hizo el honor de tomarse una foto conmigo,  sentarme a su lado, tocar su piel testigo de toda una vida.   Una centenaria  orgullosa  de su edad,  privilegiada, afortunada y agradecida con Dios por dejarla vivir felizmente hasta los 106 años y 10 meses. Ana Reyneiri falleció el 30  de abril del año  2021.

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