Alexandra Correa
Durante siglos
el ser humano ha tratado de superarse a sí mismo, intentando romper las
barreras de la desconfianza, enfrentándose a los miedos y las limitaciones de
la mente. Hay una fuerza interna que saca el super humano que existe dentro de
cada uno, llevándolo a demostrar que no hay nada imposible. Es cuestión de
ganas, preparación y mentalidad.
El encuentro con el guía era a las siete de la mañana en la plaza central de Salento. Tomamos un carro hasta el Valle del Cocora. Los morrales pesados los dejamos para que las mulas los llevarán. Eran dos caminos uno para las bestias y otro para los senderistas. El primer recorrido tardaría trece horas, veinte kilómetros hasta la finca La Playa. Los morrales personales debían contener lo apenas necesario, porque aquí hasta un pañuelo pesa, nos dijo el guía.
Con nuestros corazones llenos de expectativas, comenzamos a ver las palmas de cera, los pájaros, los robles y los guaduales surcando el Rio Quindío. Nos llamó la atención que, en los tres primeros kilómetros nos encontramos con unos cincuenta extranjeros, rumbo a la finca Acaime, cuyo atractivo es el avistamiento de los colibríes. Me preguntaba ¿Por qué nosotros que lo tenemos todo, ríos, paisajes, fauna y flora, no los disfrutamos? Me imagino que vienen deseosos por salir de la selva de concreto a hacer la conexión con la naturaleza y en busca de la paz interior.