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miércoles, 21 de mayo de 2025

Méjico: cultura, diversidad y vida cotidiana

 


             Jesús Rico Velasco

A 2,240 metros sobre el nivel del mar se encuentra el extenso territorio de la gran metrópoli mejicana con más de 20 millones de habitantes esparcidos en 16 municipalidades con miles de barrios o localidades  interconectadas en un gran espacio sociocultural, multiétnico, con un idioma “unificado” y multifacético, con personas provenientes de todas los estados del país, que se mueven en su geografía sobre unos valles con la frescura propia de las tierras meridionales. La movilidad urbana se facilita por el sistema de comunicación del metro que une los espacios en una telaraña señalizada para entrar y salir  de la metrópoli que moviliza unos cinco millones de personas diarias.

El trasfondo histórico se marca desde tiempo remotos antes de Cristo con la presencia de la cultura madre los Olmeca que existieron en el altiplano y dejaron huellas de su existencia con  una escritura ideográfica los glifos, el juego de la pelota, y su calendario circular que combina los ciclos del sol y de la luna.  Caminar y gastarse los  zapatos, pensando en un trasfondo de aborígenes Aztecas y Mayas     que vivieron en estas hermosas cuadras del altiplano  en donde hoy se encuentra la catedral de Méjico con muchos edificios de la administración. De pronto aquí a unas cuadras se encuentra el centro dé la cultura madre de Mesoamérica los olmeca (1200-400 a.C.) que dejaron huellas de su existencia  para los pueblos que llegaron después. “El calendario cíclico combinaba un calendario ceremonial de 260 días con otro de 365 días; en los siglos después de la época olmeca cada región mesoamericana llegó a usar un calendario cíclico similar, aunque los nombres de los días y los glifos usados para representarlos variaban según la región”. La civilización olmeca desapareció por problemas ambientales, periodos de hambrunas,  o invasiones de otros grupos vecinos. En el altiplano central de Méjico floreció la civilización de Teotihuacán cerca del lago Texcoco en donde se construyeron las pirámides del sol y de la luna con una historia que se recuerda cada vez que se visita ese hermoso espacio prehistórico de gran atracción turística.

Hoy llegamos a la ciudad de Méjico. Zarahy nuestra amiga mejicana que habíamos conocido en Lima en unos de nuestros viajes a Suramérica, nos recogió en el aeropuerto  y acosados  por el hambre nos llevó a almorzar “carne de Yecapixtla” (cecina), chilaquiles y agua de Jamaica antes de subir a su apartamento a tiro de piedra del concurrido restaurante que quedaba en la esquina. Le regalamos un libro de nuestro nobel “Cien años de soledad” y lo puso en su mesa de centro.

El primer día salimos a visitar el museo nacional de Antropología uno de los más importantes de Méjico y de América. Antes de comenzar vimos en el parque a los voladores de Papantia que suben a un alto mástil de más de 40 metros de altura   y realizan una manifestación cultural  y espiritual reconocida  en los  pueblos de Méjico. Cuatro personas colgadas de sus tobillos revolotean en figuras aireadas  en una ceremonia asociada a la fertilidad vestidos con atuendos llamativos de gran colorido. Buena asistencia de público con música de tambores, aplausos, una foto,  y una ayuda económica para los artistas que corren este riesgo  en las alturas.

En la entrada al museo se encuentra la fuente conocida como “El paraguas”  con un centro tallado en bronce con relieves que representan la “Imagen de Méjico” y los cuatro puntos cardinales como nodos  en la historia mejicana.    

El museo Nacional de Antropología de Méjico fue inaugurado  el 17 de septiembre de 1964 situado en Av. Paseo de la Reforma, Calzada Gandhi, y Chapultepec Polanco. Tiene dos secciones principales una de Arqueología y otra de Etnografía. Salas de Arqueología:  presenta la evolución del hombre y el poblamiento de América. Sala de Teotihuacan: Exhibe piezas de la antigua ciudad de Teotihuacan. Sala Mexica: Dedicada a la cultura mexica, con la Piedra del Sol como pieza central. Sala Maya: Dedicada a la cultura maya, con piezas arqueológicas de gran valor. Culturas del Norte. Culturas de Occidente. Culturas del Golfo de México. Oaxaca. Culturas de las tierras altas Mayas. Salas de Etnografía: Pueblos Indígenas Actuales: Muestra la diversidad de las culturas indígenas contemporáneas en México.

La piedra del sol conocida como el calendario Azteca es el corazón mismo del museo en la sala Mexica. Se trata de un monolito el más antiguo de la cultura Mexica que resume la relación espacio temporal de la sociedad azteca. Tallada en basalto de olivino, mide aproximadamente 3.6 metros de diámetro y 1.22 metros de grosor. Su peso supera las 24 toneladas. Representa la visión del tiempo con elementos de calendario y mitológicos. En el centro se encuentra el rostro del dios Tonatiuh  (Dios del sol). Contiene símbolos que representan los cinco soles o eras cósmicas, así como los 20 días del mes mexica (Tonalpohualli). Tiene grabada una fecha: matlactlihuan y ceacatl (13 caña), es decir, 1479, que se estima es el año en que la pieza fue concluida, bajo el mandato de Axayácatl”.  Fue descubierta el 17 de diciembre de 1790 durante trabajos de remodelación en la Plaza Mayor de la Ciudad de México (actual Zócalo).

 Concluida la visita salimos a caminar por la Avenida Paseo de la Reforma y encontramos al paso una obra del artista contemporáneo Jorge Marín “Alas de Méjico”. Las alas son símbolo universal de libertad. Reconoce el valor de la migración e intercambio cultural en el enriquecimiento de las sociedades. Un pequeño paseo en auto para marcar el Monumento al ángel de la Independencia que parece tallado en oro para una excelente visualización y un reconocimiento de la Torre Latinoamericana que en algún momento fue el edificio  más alto de la ciudad. Tomando  ventaja del  tiempo fuimos al Restaurante Café de Tacuba en el centro histórico. Es uno de los lugares de mayor tradición  fundado en 1912. El menú es de platos típicos centrados en la idea de las famosas “enchiladas”. La banda de música “Café Tacuba” adoptó su nombre  en honor  a este restaurante.

 Hoy vamos para Taxco “pueblo mágico” dedicado a la minería a tres horas de la ciudad de Méjico. De paso a unos 200 kilómetros visitamos las grutas de Cacahuamilpa para apreciar hermosas estalactitas y estalagmitas colgadas en el techo de la gruta y paredes laterales. Conseguimos un apartamento  (Abb) al lado del hotel Loma Linda para quedarnos dejar el auto  y salir en la noche a recorrer las calles empedradas y angostas del pueblo construidas para el paso de las carretas.

 Al día siguiente  caminamos  a desayunar al centro de Taxco en una terraza del Hotel los Arcos en un cuarto piso que ofrecía una vista espectacular del pueblo enclavado en la montaña. Una caminata mañanera por la Plaza  y el Museo Borda para  empezar el recorrido de este hermoso pueblo famoso por el trabajo en plata que realizan sus artesanos con invitación especial para asistir a la Casa Figueroa o Casa de las Lágrimas muy conservada de arquitectura arabesca adornada con mosaicos azules  amarillos, muebles coloniales de madera y terciopelos de colores llamativos que invitan al descanso. Es una casa llena de historias  de muertes que ocurrieron en los cuartos secretos de gente adinerada que de alguna manera protegía y ocultaba a sus hijas de los actos barbáricos de saqueadores que amenazaban la existencia familiar.

 Horas de entretención conversando con los artesanos en sus talleres y joyerías  con participación de los orfebres y demostraciones del proceso de realizar una joya en plata que al final terminas comprándola “un lindo anillo en plata para la niña”. Ese día los museos Spattling y Humboldt estaban cerrados, así que caminamos hacia la iglesia Prisca de arquitectura barroca con un altar en su interior decorado en láminas de oro y la magnificencia de un órgano antiguo de tubos en el coro segundo piso. Desprevenidamente tropezamos con un joyero que nos invitó a su taller  para mostrar exquisitos trabajos en plata distinguidos en reconocidos  concursos locales y nacionales. Una buena compra de joyas construidas en hojas de verdad decoradas en plata para las tres acompañantes turistas. En el recorrido fuimos al “Tianguis de Plateros” con más de 3000 puestos que solamente se realiza los días sábados para la buena suerte de recorrerlos con algunas  compras para regalos.

 Un descanso merecido en un rincón de una pequeña plaza con un busto dedicado a Juan Ruiz de Alarcón, escritor y dramaturgo  nacido  en Taxco y educado en España, figura destacada del teatro español  del Siglo de oro. Escribió veinte comedias entre ellas La amistad castigada, Ganar amigos, Las paredes oyen, La verdad sospechosa, entre otras. Para variar tomamos un taxi para subir hasta el monumento de El Cristo Redentor en la cima de la montaña. Una aventura pasar por la estrechas calles cuando se aproxima otro  carro con muchas dificultades para sobrepasar en una verdadera montaña rusa. En la cima se ve todo el pueblo y  puedes acostarse en unas mallas metálicas para la foto con todo el pueblo en las espaldas, mucha adrenalina para Mariana.

 Salimos en la noche para participar del recorrido “las leyendas de Taxco” con cuenteros que dirigen el recorrido con paradas en cuatro a cinco lugares en donde el expositor hace referencia a anécdotas locales que recuerdan  tragedias o espantos que vienen a la memoria y hacen el recorrido muy atractivo. La calle de las infieles y alguna historia de eventos ocurridos en ese entorno, la presencia de las lloronas en las celebraciones de difuntos, el espejo mágico, y otros del saber popular de Taxco.

  En la mañana temprano  salimos para Cuernavaca   capital del Estado  Morelos y desayunamos en un restaurante llamado  “100% Natural” frente a la plaza principal  con mucha fruta, huevos “Motuleros”, pan de concha, pan blanco y moreno dulce y sabroso, una grata sorpresa gastronómica. Caminamos y entramos a la casa de Hernán Cortes   conquistador de Méjico con   dos salas habilitadas con exposiciones prehispánicas. Por una de las calles hacia la plaza principal se encuentra al paso  el museo de Arte Popular en donde hay una exposición de las tradiciones y celebraciones con atuendos mejicanos. En algún lugar del museo sobresale una obra con Pancho Villa revolucionario con su vestido de guerrillero completo,  un gran sombrero de ala ancha, su figura con   bigote caído, pechara cruzada cargada de balas, fusil  a la mano, pistolas al cinto, pantalón  y botas guerreras , quien lideró la Revolución mejicana  con Emiliano Zapata.

 Un tiempo apretado para visitar el Museo Morelense de arte contemporáneo  “Juan Soriano” y el museo “Sonoro” con esculturas del artista plástico mejicano. Una construcción super moderna con dos salas de exhibición, la galería principal y un foro abierto, rodeado de jardines preciosos. La zona arborizada se muestra con senderos de concreto, grava y tierra con  espejos de agua y esculturas monumentales del maestro plástico Juan Soriano. Tiempo para saborear un cafecito en su acogedora cafetería.

 Un fin de semana para empezar a recorrer algunos de los pueblos que se encuentran próximos a la gran Metrópolis con distancias amigables. Regresamos a la capital con una parada final en el Restaurante “Copacabana” reconocido por sus enchiladas variadas, el taco de lengua y el chicharrón de queso.

 El Domingo en la noche salimos hacia el Palacio de Bellas Artes para ver el espectáculo del Ballet Folclórico de Méjico Amalia Hernández. El Palacio es monumental ubicado en la Avenida Juárez  en el centro histórico de ciudad de Méjico. Es multifacético funciona para opera, danza, teatro, museo, Galería de arte, librería y restaurante con capacidad para 1590 personas.

 Un espectáculo en la azotea de entrada al Palacio de Bellas Artes,  la presencia de dos organilleros que todavía conquistan la benevolencia de los asistentes haciendo sonar su mágico instrumento  con  una música entamborada grabada sobre un rodillo que alegra el corazón con notas espirituales de flautas en el aire. La oportunidad libre de mover la manivela y poder alcanzar un sonido agradable después de varias intentonas.

 El recinto de las presentaciones es un regalo a la vista de los asistentes. El telón es de cristal Tiffany con un millón de piezas de pequeños espejos cristalinos opalescentes y en un dibujo  artístico se observan en el fondo los volcanes del valle de Méjico. Un lugar privilegiado en luneta con asientos seguidos para los cuatro.

 El ballet cuenta con cuarenta artistas en el escenario y un acompañamiento de músicos de orquesta, con mariachis que van apareciendo en la medida en que avanza la velada. Para la fecha el Ballet tiene más de 60 coreografías elaboradas por Amalia Hernández. En esta  ocasión las coreografías fueron:  La primera “Danza  del venado” que reproduce de manera asombrosa los movimientos de la presa ambicionada.  Danza ritual  de los indígenas de Sonora y Sinaloa dramatiza la cacería del venado por parte de los “pascolas” (cazadores). Luego una coreografía sobre La Revolución dedicada a las “soldaderas” mujeres que combatieron en la revolución  de 1910 que produjo la integración de la sociedad mejicana, acompañada de mariachis que alegran el ambiente y los asistentes quisieran estar bailando  y cantando en el entablado. Un final del recuerdo la “Charrería” donde hombres y mujeres del pueblo muestran su valentía en figuras de manejo del rejo o “floreo”  en un enamoramiento al ritmo del zapateado. Se cierra el espectáculo con una invitación de las bailarinas que descienden a la platea  desafiando a algunos asistentes  a bailar  y por supuesto me “tiré al pasillo” a danzar con una hermosa mejicana.

 Decididos a recorrer la gran Metrópolis cogimos  el metro en la estación más cercana en ruta hacia la “Plaza de la Constitución”. Un desafío inicial en medio de una multitud de gente que se transporta en la ciudad con  movilidad para casi cinco millones de personas “diarias”. Lugar obligado el Zócalo y la Catedral Metropolitana. El Zócalo  es la plaza principal o centro de la ciudad  que tiene debajo el palacio de Montezuma, recinto sagrado de Tenochtitlán. La Catedral de la Asunción de la virgen María, situada en el lado norte de la plaza de la Constitución fue fundada en 1570 con una arquitectura colonial, representación de arte, y  artesanía religiosa.

 En  la Avenida de la Reforma  caminamos hacia el Museo Nacional de Historia Castillo de Chapultepec que fue la vivienda de Maximiliano y Carlota cuya intención fue tratar de construir un imperio francés en Méjico en el siglo XIX.  Maximiliano de Habsburgo era un archiduque austriaco recién casado con una princesa belga. El palacio fue remodelado con lujos y excesos con costos exagerados que se muestran en exposición. Los príncipes llegaron a Méjico en 1864 y trataron sin éxito de reconstruir una idea  de un imperio  en América. Carlota regresó a Europa y no volvió a ver su marido quien fue fusilado en 1867 por revolucionarios en los procesos de  un pueblo convulsionado. Carlota murió en Bruselas en 1927 de una neumonía a la edad de 86 años. El castillo fue considerado como un lugar sagrado y estratégico por contar con los manantiales que surtían de agua potable a la capital del imperio. Su nombre proviene del idioma “Náhuatl” :  la palabra chapul significa “chapulín o saltamontes” y “tepec” cerro.

 A tiro de piedra queda el Museo de Arte Moderno en donde había una colección de “Bienes Patrimoniales” con la exhibición de uno de los cuadros más importantes de Frida Kahlo “Las dos Fridas” que cumplía 80 años de su elaboración. Es una obra  al óleo sobre lienzo cuadriculada  de 173.5  por  173 cms que representa el dolor poético de su amor quebrantado con Diego Rivera en 1939 durante su divorcio.  Dos mujeres vestidas diferentes que comparten el mismo asiento con un rostro duplicado inexpresivo, dos naturalezas dentro de un mismo ser  comunican sus dolores con corazones expuestos pero unidos por sus arterias, venas y sangre, y elementos de separación con la presencia de unas tijeras en señal de alejamiento de dos seres que se amaron. “La Frida amada por el artista y la abandonada por él”.

 En medio de este acontecer artístico Mariana y yo sufrimos una gastroenteritis infecciosa y fue necesario  asistir al Hospital San José cercano a nuestro apartamento e iniciar un tratamiento con antibióticos  para manejar la llamada “maldición de Moctezuma” causada por la exposición a  las comidas mexicanas en las poblaciones que visitamos durante el fin de semana  con rápida recuperación para continuar con las visitas programadas.

 Hoy vamos a Coyoacán en donde queda la “Casa Azul” residencia de  Frida Kahlo y Diego Rivera. La cola era inmensa inesperada con programación por internet para las horas del día con una duración de dos horas máximas por turno. Nos dieron un horario hacia las tres de la tarde. La existencia del Museo de Cultura Popular fue una oportunidad para asistir a la exposición de obras de Olegario Hernández “el señor jícara grande”   (“Ra'a yachi Kanú”) que es un vaso hecho de la corteza del fruto de la güaira calabaza grande que cuelga del tronco de las ramas más gruesas de un árbol que alcanza los cinco metros de altura. También la exposición  de joyas en papel de Francisco Toledo “Toledo ve” un artista plástico con diversidad y belleza  escultor, dibujante, diseñador , que se inspiró en la naturaleza.

 Recorrimos el parque de Coyoacán con una arborización delicada, pequeños  árboles manejados para producir un paisaje atractivo y relajante para los visitantes. Descansando  después de un almuerzo en un restaurante esquinero de la localidad y   asistir a la cola en la casa Azul en punto para el turno de las tres  de la tarde. Frida una artista mexicana, muy controvertida , sufrió un accidente en su juventud que la mantuvo en cama por largos periodos con dificultades de movilidad, instrumentos ortopédicos para facilitar la actividad, arneses y trajes especiales para  la fijación muscular en espalada, pecho, tenía  una fortaleza impresionante. Sus cuadros son autorretratos  que muestran su dolor, su amor  por Diego, la enorme lucha por la vida , y el recuerdo doloroso de la pérdida de su hijo . Tenía un cuarto para pasar el día y otro para la noche con un espejo en el techo   para mirarse . Frida fue una mujer que a través de su dolor supo interpretar su felicidad, gozando y disfrutando de todo. En el segundo piso de la casa se ubica el estudio de Frida: un caballete para pintar, una silla de ruedas, y una vista al bello jardín de la parte trasera de la casa.

 Es símbolo de la cultura mejicana y de las mujeres que sufren. Decía que ella no era surrealista,  ella pintaba su realidad .

 < Pies para que los quiero,  si tengo alas para volar >.

< Intenté ahogar mis penas en alcohol , pero las condenadas aprendieron a nadar>.

  Hoy es el día de ir a Xochimilco.  Primero pasamos por el museo de Dolores Olmedo una coleccionista de arte mejicano y admiradora de Frida y Diego Rivera. Hay una placa en la entrada. Dice:

 A EJEMPLO DE MI MADRE LA PROFSESORA  MARIA PATIÑO

SUAREZ VDA. DE OLMEDO QUIEN SIEMPRE ME DIJO

“TODO LO QUE TENGAS COMPARTELO CON TUS SEMEJANTES”

DEJO ESTA CASA  CON TODAS SUS COLECCIONES  DE ARTE.

PRODUCTO DEL TRABAJO  DE TODA MI VIDA. PARA DISFRUTE,

DEL PUEBLO DE MEXICO.

                                DOLORES OLMEDO PATIÑO

 El museo  rodeado por un espacio natural con árboles y plantas de Méjico, y animales como los pavo reales, gansos, patos, guajalotes y los perros mejicanos. El xoloitzcuintle es una raza de perro sin pelos endémico en Méjico que se mezcla en la cultura cotidiana.   Una escultura de tres perros  adorna los extensos jardines.  El museo se enfoca a la difusión de la obra de Diego Rivera y Frida Kahlo.

 Estamos en Xochimilco en una “trajinera” para recorrer las “chinampas” o islas flotantes como un paisaje veneciano en territorio mejicano. Los canales de Xochimilco son los vestigios del sistema de trasporte usados en la época de los Aztecas. “”Viva Lupita”  es el nombre de nuestra trajinera con bancas para los pasajeros y una mesa en el centro para el servicio de las comidas que se sirven al paso  de embarcaciones acompañadas de mariachis, muchas flores de colores y disponibilidad culinaria: el “elote” o mazorca tierna es uno de los platos fuertes acompañado de una cerveza “corona” . Las viviendas de los residentes se ubican a los alrededores de los canales. Un alegre recorrido comiendo, escuchando mariachis y cantando  al paso de las trajineras. Una parada para conocer el “Ajolote” una especie de anfibio único animal capaz de regenerar extremidades amputadas, órganos y tejidos lesionados similar a una “salamandra acuática”.

 Después del medio día decidimos pasear por el barrio San Ángel de calles adoquinadas , casas coloniales, cafés , restaurantes exclusivos y galerías de arte. Almorzamos en el restaurante “Le Paín Quotidien” reconocido por su menú francés en la plaza de San Jacinto. Cerramos la tarde en la galería “Tocamadera” con la piñata de Méjico, la presencia de hermosos gatos, y el recuerdo  de un poema de Jaime  Sabinas Gutiérrez uno de los grandes poetas mejicanos del siglo XX con pensamientos amorosos, de soledades, del tiempo y de la muerte,  grabado en la pared,

 “Mi nadre me contó que yo lloré en su vientre.

A ella le dijeron. Tendrás suerte.

Alguien me habló todos los días de mi vida al oído,

Despacio, lentamente.

Me dijo: ¡ Vive, vive, vive !

Era la muerte.

 En otros rincones con profundidades en las pardes se mostraban trabajos de otros autores como Pablo Neruda  “Oda a la madera” fragmentos, 1955 :

  “Y de cuanto conozco y reconozco  entre todas las cosas es la madera mi mejor amiga… te amo, te vi nacer, madera. Por eso si te toco me respondes como un cuerpo querido… te toco y te abres como una rosa seca que solo para mi resucitara dándome el aroma y el fuego que parecían muertos…”.

 El sábado como “pata de perro” nos levantamos, fuimos a la estación del metro y regresamos al Zócalo para pasar por el Templo Mayor “Centro u ombligo de Tenochiticlan” muestra de las ruinas arqueológicas de los Aztecas en donde se encuentra el recinto sagrado más importante de Méjico. También pasamos por el exconvento y museo del Carmen, el Edificio de Correos de una arquitectura barroca con detalles de construcción  sobresalientes como las gradas  en cantera y mármol que conducen al segundo piso. Culminamos el recorrido con una entrada al Museo Nacional de Arte con una exhibición llamativa y el recuerdo de una obra que impresiona y se queda en la cabeza “los últimos momentos de Atala” del pintor Luis Monroy (1845-1918) inspirado en la obra de François-Rene de Chateubriand. Un óleo sobre tela de 112  y 150.5 cm:

 Con una temática histórico- religiosa, la pintura narra un amor imposible dentro del espíritu cristiano de la época, donde los valores debían pasar por encima de las pasiones. Atala, hija de un colono español en tierras norteamericanas y de una mujer indígena convertida al cristianismo, se enamora de un aborigen; pero antes de entregarse al amor carnal ella prefiere morir, ya que había hecho la promesa a su madre de conservar su virginidad y fe cristiana. El artista eligió el momento de los funerales que se llevaron a cabo dentro de una cueva; el sufrimiento que evoca su amado, el joven Chactas, guerrero de la tribu outlalissi, es inaudito. De rodillas, sostiene un crucifijo y llora desesperado a los pies; el dolor es captado con gran exactitud. La figura de pie y encorvada del padre Aubry interpreta la resignación; él enciende una luz como si ésta fuera la esperanza que llevara al alma de Atala con Dios. Ella es la figura más impactante de la composición, el artista centró en la protagonista el foco de luminosidad y la ubicó en el centro de la tela.

 Hoy domingo salimos hacia Teotihuacan  una de las  ciudades más grandes de Mesoamérica, lugar sagrado donde al morir y ser enterrados los hombres se convertían en dioses. Había mucha gente con un recorrido del camino de los muertos acalorados para primero subir a  la Pirámide de la Luna que ofrece una vista amplia, despejada , acompañados de Zarahy y su novio. La antigua ciudad de Teotihuacan llegó a tener más de 120.000 habitantes como centro de la administración y  atracción religiosas para la población conocido como el lugar en donde moraban los dioses. En el norte del valle levantaron la Pirámide del Sol  y la Pirámide de La luna con una sucesión de siete edificios  como puntos para la celebración de sacrificios “humanos” a los dioses. Un poco hacia el sur se encuentra el templo de Quetzalcóatl o la Serpiente Emplumada y un espacio abierto que posiblemente fue el mercado de la ciudad. En el centro  el camino de los muertos, hay  una espaciosa vía ceremonial cuya orientación marca la dirección astronómica de cada uno de los edificios. Una subida casi gateando a la Pirámide del Sol con mucha dificultad para bajar  felices de culminar el recorrido.

 Fuimos un poco tarde a almorzar al restaurante “La Caverna” organizado en una gruta de piedra en una colina cercana. Nos comimos un chivo a la  barbacoa muy famoso en la región.

 El lunes decidimos visitar la Basílica de Santa María de Guadalupe en un recorrido en el metro con variaciones de líneas que atraviesan la Metrópolis. La Basílica es un santuario ubicado al pie del cerro de Tepeyac en la localidad de Gustavo Madero. Una arquitectura moderna con una capacidad para 10.000 personas, construida en 1974.Dedicada a la aparición  de la virgen María   en 1531 en el llamado “milagro de las rosas” a un indígena Juan Diego que tuvo el encuentro divino. En la cima de la colina se encuentra la “capilla antigua” que recuerda el sitio exacto de la aparición de la Virgen. En la Basílica los visitantes pasan por un sendero al interior que muestra la imagen verdadera de la aparición de la virgen con una iluminación y decoración llamativa extraordinaria que conduce a los visitantes a las bancas y sitios de adoración con una panorámica frontal del altar mayor, el coro y un órgano moderno majestuoso como fondo para las celebraciones dominicales.

 El martes completamos el recorrido por  el Museo del Palacio de Bellas Artes en el centro de la ciudad  en la Av. Juárez esquina con Lázaro Cárdenas  y  cuya estructura arquitectónica tuvo varias etapas, la primera 1904-1916 según el proyecto de Adamo Boari. Suspensión de la obra y acondicionamiento como espacio de usos múltiple (1917-1929), reanudación y conclusión bajo la dirección de federico Mariscal (1930-1934). En su exterior el estilo arquitectónico es Neoclásico y “art Nouveau” , y fue inaugurado el 29 de septiembre de 1934 por el presidente  Abelardo Rodríguez.

 Es un monumento patrimonio  de la humanidad especial por su colección de murales  con los trabajos de Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco, Rufino Tamaño, Jorge Gonzáles Camarena, Roberto Montenegro, Manuel Rodríguez Lozano y Rina Lazo. Los más visitados son las obras de Tamayo “Méjico de hoy y Nacimiento de la Nacionalidad”, de  Rivera “ El hombre controlador del Universo” y “ La dictadura carnaval de la vida mejicana”, de  Siqueiros “ La nueva  democracia” y “Victimas de la guerra”, y “La Catarsis” de José Clemente Orozco.

 Es importante mencionar la existencia de más de 108 museos en la ciudad de Méjico. Hay que ser selectivo y estudiar con detenimiento los que más se ajusten a los intereses personales y del grupo familiar. Hay algunos que se encuentran en el camino y logran impactar como resultado de la curiosidad y la proximidad a los más llamativos. Hoy vamos en el metro al barrio Polanco muy prestigioso en la ciudad en donde se encuentra el museo Soumaya después de caminar unos cuatro kilómetros por la Avenida Horacio. Es una arquitectura moderna vanguardista construido con placas de aluminio en forma hexagonal. El millonario Carlos Slim construyó el museo en honor a su esposa, sin ánimo de lucro y  entrada gratuita. La museografía  distribuida en seis pisos es libre al paso de los visitantes y cuenta con piezas de arte valiosas en pintura, escultura, y materiales en piedras preciosas, una sala de obras de Marfil.   Es  imperativo el recorrido despacio por la riqueza de la exhibición de pintores vanguardistas como Manet, Monet, Renoir, Degas, Pizarro, Van Gogh, Miró y más. Esculturas de Rodin, las tres Sombras    la Puerta del infierno monumental que nos trae a la cabeza La Divina Comedia de Dante, Las flores del mal de Baudelaire y  la metamorfosis  del poeta Ovidio de la literatura latina.

 Para el último fin de semana en Méjico viajamos a conocer algunos poblados cercanos empezando por San Miguel de Allende. Arrendamos un apartamento frente al edificio de Bellas Artes, el Nigromante en el centro histórico con una escultura a las afueras de un toro hecho por el escultor David Kestembaum. Es un pueblo de la  época colonial de una arquitectura con remanentes del barroco español. Fue reconocida como la segunda mejor ciudad del mundo para viajar  en Guanajuato, capital americana de la cultura.

 La parroquia de San Miguel Arcángel es la más reconocida. Las torres de la iglesia surgen de la imaginación de un arquitecto que se inspiró en una “postal” que  corresponden con la idea de una “torta” con la combinación de varios estilos. Almorzamos en un restaurante bellísimo “Pueblo viejo” con un lindo patio tendedero de ropa, y un menú bien picante, carne Arrachera y penca de tuna.

 

Entramos a una galería de arte en donde tienen una escultura de una cabeza colosal de Javier Marín artista visual mejicano (de Michoacán), que toma la materia como idea con una producción importante de obras en barro. Es un pueblo alegre con muchas cantinas, sitios de baile y atracciones para turistas americanos que además de divertirse vienen a la ciudad por la calidad en sus servicios de salud. Tiene un centro de artesanías de varias cuadras de exposición y un museo del juguete popular mejicano, muñecas de trapo con vestidos preciosos de diferentes sitios del país. Para terminar al paso de una cantina con letrero “El infierno” para una foto de Ingrid tocando en la puerta pero afortunadamente nadie abrió. Gratos recuerdos de San Miguel Allende.

 

Llegamos a Guanajuato cuna de la independencia mejicana con una entrada llena de túneles, caminos, callejones y pasadizos para  evitar inundaciones en las vías. Primera parada para visitar el Castillo de Santa Cecilia construido en 1678 pero en la actualidad es un hotel abierto para vistitas turísticas  restaurante y reconstrucciones realizadas en la mitad del siglo pasado.

 

La principal atracción es el tétrico museo de las “Momias”  de cuerpos  encontrados de manera natural en las exhumaciones realizadas en tumbas del cementerio. El museo tiene casi un centenar de momias y una en especial   de una mujer embarazada con su hijo adentro que es una verdadera  atracción. Pasamos por el museo de la Inquisición con una muestra de “máquinas de tortura” que se utilizaron en aquella época, sistemas aterradores desde la silla para el interrogatorio, el potro destrozador, la pera de la angustia para atormentar homosexuales, y muchas máquinas que salieron de la imaginación para  torturar a los acusados.

 

Templo de San Cayetano construido cerca de la entrada a la mina de plata la Valenciana de donde se explotó una inmensa riqueza durante el periodo colonial. La iglesia muestra unos altares laminados en oro. Entramos a la Bocamina San Cayetano con 60 metros de profundidad en donde trabajaban los indígenas “esclavos” expuestos por muchos años a los elementos tóxicos de los minerales, muchos trabajadores murieron sin llegar a saberlo  de  silicosis.

 

Salimos a callejear en Guanajuato por senderos, túneles, y sitios hermosos que bajan y suben por escaleras  que terminan en sitios adoquinados utilizados por danzadores del zapateado sobre tablones que aumentan el sonido y alegran a los turistas  que se sientan en las escaleras hasta terminar el espectáculo. En el camino encontramos el teatro Juárez construido a finales del siglo XIX en donde se realizan conciertos musicales, teatro, ballet, y exposiciones de pintura. Decoración de paredes y cielo rasos “art Nouveau” y muebles con tapiz rojo y bordado en oro, un recorrido corto de precio reducido pero agradable al visitante. Almorzamos en el restaurante “La table de Andrée” francés con platos “bellamente” servidos.  Una tarde de compras especial en artículos de cuero con una correa de cualquier taller  como recuerdo. En la noche participación en  la “Callejoneada” con presencia  de varias estudiantinas recorriendo lugares y cantando alegremente al ritmo de as guitarras. Un terminal en un bar de rock para escuchar música de Soda Stereo. Super!

 

El domingo de regreso a la Capital pasamos por Querétaro con una parada en la Plaza Pública. Una mirada especial a los letreros que anuncian “ Aquí hay pedos de Monja” y descubrir que es un chocolate artesanal Queretano que no tiene nada que ver con lo que se está pensando. “Es un postre 100 % de la región derivado de un “error” en la improvisación de la receta que se convirtió en la joya de la corona. A este error lo nombraron Pedos de Monja en honor a un pastelero italiano afincado en Barcelona  que llamó a un postre catalán “Petto di monca” en castellano “pecho de monja” que al traducirlo por error quedó en Pedos de Monja que son toda una tradición”. Se complementa la historia con la existencia de los “Bollos Preñaos” que son panes rellenos de trigo o maíz con dulces suaves sabrosos de frutas.

 

La vida es una gran dosis de amor que resulta de la combinación de muchas cosas que se  encuentran al paso de las aventuras, una revoltura   mágica de lugares mezclados  con  el cantar de la gente , deliciosas enchiladas y platos típicos de ensueño, picantes variados,  tortillas con lenguas picadas, sonidos en el aire de guitarras y trompetas de los mariachis mejicanos, un país hermoso conducidos de la mano por nuestra amiga mejicana que nos mostró un pedacito de la vida que grita alegre en las calles una tonalidad que no se olvidará jamás: ¡Que viva Méjico!

 

 

 

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