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domingo, 6 de mayo de 2012

Falta de pruebas



María Elena Londoño

El caos se presentó hacia el medio día cuando llegaron a arrestar a doña Diana. Nadie sabía qué estaba pasando y todos, aterrados, la mirábamos y a los de la Fiscalía.
-Señora Diana Zorrilla, queda usted arrestada por la desaparición del señor Fidedigno Posada…

Siguieron todas las formalidades. No entendíamos qué pasaba. Solo la secretaria, Marlene, miraba con cara de satisfacción.
¿Cómo que el señor Posada estaba desaparecido? ¿Cuándo, quién lo vio por última vez?
     De pronto el contador gritó.
 -Es imposible, Fidedigno no está muerto.
    Todos nos dirigimos a él con cara de sorpresa.
-         ¿Por qué lo sabe?
No dijo más, cayó como una plomada, desmayado.
Cuando salieron con la señora Diana, todos fuimos donde Marlene. Al principio no quería hablar, pero no es capaz de quedarse callada. Siempre que necesitamos un chisme, ella es la propia. Empieza a contarnos que una tarde encontró a la señora Diana averiguando por la efectividad de un veneno y, al preguntarle, le contestó que era para matar a un perro que la traía loca. Investigando - según ella - se olió que a quien quería matar era Fidedigno, de quien constantemente se quejaba dizque porque la estaba traicionando y que no podía dormir de tanto pensar con quién podría ser, pero por más que pensaba, no encontraba pistas. La señora Diana compró el veneno, Marlene dice haber visto la factura. Aterrada, empezó a buscar a Fidedigno. La señora Diana le decía que se había ido de viaje, que a lo mejor con la otra, él le había dicho que no volvería en un tiempo largo. Pero Marlene sospechaba que lo hubiera podido envenenar, eso sí, sin asegurar la forma como pudo deshacerse del cadáver. Marlene no encontró a Fidedigno. En la empresa le decían que no sabían dónde estaba, entonces llamó a la Fiscalía.
-Y ya saben, la investigación debió dar resultado, porque hoy vinieron por ella –concluyó Marlene-.
Mientras Marlene hacía la narración, la señora Diana declaraba  ante la Fiscalía. Aclaró que Fidedigno Posada no estaba desaparecido. Se había ido de vacaciones, o por lo menos eso fue lo que le dijo.
–Debe estar con la perra esa concluyó.
Soltaron a Diana, aclarándole que la estarían llamando hasta que apareciera el marido.
Al día siguiente, Fidedigno apareció, vino a confesarle que había estado en la casa de Mariano Cuadrado, el contador, solo él le brindaba la paz que ella no le podía dar. Acto seguido, mandó llamar al abogado para que terminaran con el matrimonio.
Fue así que pude cortejarla.
Marlene terminó tras las rejas por lengüilarga.
¿Y quieren saber para quien era el veneno?

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