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miércoles, 8 de julio de 2020

Ejércitos invisibles al acecho



Luz María Gómez Ospina



Tú, Coronavirus, elegantemente llamado Covid  19,  ser minúsculo y todopoderoso que transformaste con un  inicial y ligero movimiento de tu cetro, nuestras vidas en todo el globo terráqueo, deseo expresarte lo positivo que has traído, así como el caos e incertidumbre en que nos tienes. Familias que poco compartían el diario vivir por el compromiso y acelere con sus trabajos, se vieron obligadas a sobrellevar su existencia de un instante a otro, en imprecisas franjas de tiempo, un espacio común; ¡Qué gran reto para la convivencia! Algunos afortunados, sienten afianzar lazos; otros,  en la superficie de lo cotidiano, dejan ver desavenencias dormidas, que hacen de la inminente cooperación, un verdadero infierno. En otro ángulo están los que comparten su espacio con ellos mismos. El desafío es complejo. La mano amiga del arte podrá llegar al rescate.

A medida que afianzas el poder de tu corona, empiezas a transformar la relación entre gobernantes y gobernados. Hemos observado a muchos mandatarios comprometidos con apoyos en salud y  ayudas económicas, que aún no son  suficientes;  ante la salida  abrupta de la miseria en masa,  no les quedó otro camino que intervenir. Todos sabíamos que estaba allí, pero rehusábamos verla. Una porción ha sobrevivido con valentía, en la informalidad del trabajo. Nos forzaste a verlos y sentirlos  con toda su tragedia y  en buena hora, los auxilios  se despertaron. Oh coronavirus, necesitábamos pinchazos de  tu corona invisible para que con un movimiento mágico de tu bastón, plasmaras los diferentes rostros de la miseria humana.
En un comienzo del confinamiento, el medio ambiente se mostró apacible. Palpamos un aire más diáfano y liviano.  Algunos animales, menos temerosos de los humanos, salieron de sus hábitats. Las aguas de los ríos, lagos y mares ostentaron una nueva pureza. Las calles y avenidas se sintieron libres del ruido ensordecedor de vehículos y de humanos a montón. Desafortunadamente el beneficio ecológico duró poco por la apertura reciente de algunas empresas y no es que me oponga a ello; pero oh vicho, al inmovilizarnos, indudablemente, la naturaleza respiró serena y desprevenida y quedaron en evidencia, nuestros abusos con el entorno.
 Los científicos, poco valorados en el pasado, empezaron a ser escuchados. Lo mejor, han empezado a opacar con sus intervenciones, a los políticos. El personal de la salud, tan necesario y valioso, ha vivido situaciones contradictorias: por una parte, recibe numerosos aplausos y por la otra, de forma paradójica, es amenazado y agredido por una  porción social, emocionalmente enferma que con urgencia   los necesita;  la mayor ganancia sin duda, es que quedaron al descubierto  los injustos contratos laborales y la pocas medidas de bioseguridad, tan necesarias para ellos y para nosotros los posibles pacientes.
Te diré monstruoso ser, lo que se nos viene: una gran crisis económica a nivel mundial por el cierre prolongado de pequeñas, medianas y grandes empresas.  ¿Cómo nos recuperaremos? Los expertos aún no lo saben.  En cuanto a las relaciones personales, sin duda, ya no seremos los mismos; seguiremos muy recelosos ante el contacto físico. Continuaremos temerosos de salir de nuestras casas y si lo hacemos, tomaremos prudente distancia no sólo de las personas, si no de los objetos y superficies; pero otra ganancia llegó: la crisis sanitaria global nos hizo sentir iguales ante la fragilidad de la vida y la certeza de la muerte y ante la evidente sensación, seremos más solidarios, previsivos y prudentes.
 La fraternidad tendrá que consolidarse porque nuevos virus nos seguirán acechando y tú Covid 19, cambiarás infinidad de veces tu rostro. Los sistemas de salud tendrán que robustecerse. Emergió su poca cobertura. Los dignatarios estimarán la necesidad de invertir más en salud y en bienestar social que en la guerra y si no lo hacen, la multitud enardecida continuará sus protestas porque tú Coronavirus, lograste con tu presencia, visualizar la complejidad humana con todas sus fortalezas y sus miserias.  Nuestro país ha tenido que ser resiliente porque vivir en aprietos ha sido nuestro sello. La vivencia de la emergencia actual, nos dará nuevos bríos; pero no podremos estar ajenos a la amenaza que sigue aún de la violencia unida al narcotráfico; seres ocultos como tú, no dejarán de engrosar ejércitos.  Ejércitos temibles, que no llevan tu corona ni tu cetro; pero sí otras armas con rostros humanos.



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