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miércoles, 18 de junio de 2025

Lamento para violín y bajo bermellón mayor

“Me dedico al color bermellón bien escarlata como mi sangre de hombre en la edad plena y, por lo tanto, me lo dedico a mi sangre”. (Clarice Lispector- La hora de la estrella)

                                                                     Clemencia Gómez

                                                                     INTRODUCCIÓN

En las páginas iniciales de la obra de Clarice Lispector “La hora de la estrella “publicada en 1977, la escritora mediante elementos retóricos desafía los pactos de la novela tradicional, es una primera persona no omnisciente, que sondea y a la vez se auto cuestiona de manera irónica, con respecto a la realidad de personas marginadas y desposeídas como Macabea, la protagonista.  

Invita la autora a reflexionar sobre el papel limitado de la palabra para plasmar realidades que se desbordan y explorar la sensación interior de personajes complejos, más que en describir de manera objetiva los hechos.

Trece títulos se barajaron en la cabeza de la escritora antes de bautizar su última obra. Una aproximación con lo que le aconteció a ella y su familia cuando salieron al exilio de Ucrania al Brasil, cambiaron sus nombres por otros cercanos a la nueva realidad.

                                                                 UN NARRADOR- PERSONAJE

Atrapado por el espíritu distante y anodino de una mujer nacida en el nordeste de Brasil  que camina en una calle de Rio de Janeiro, Rodrigo S. M, narrador y a la vez personaje de “La hora de la estrella”, encarna en la voz notas graves que se amplifican en el oído del lector como un bajo bermellón, es el lamento del hombre que encuentra en la escritura una manera de soportar la rutina de la existencia y tiene en sus manos la responsabilidad de insuflar vida a la nordestina, personaje que brota de las entrañas, siente temor al definirle un destino orientado en la fatalidad, tal vez encontrar una verdad que supere sus límites sea la alternativa.     

Lidiar con las palabras y escribir la novela es el dilema al que se enfrenta en la obra Rodrigo S. M, un ser que no se ubica en lo evidente y visible de las personas   sino en los límites y bordes no perceptibles a simple vista lo que otros llamarían nimiedades, observa con la calma de quien quiere entrar en los espacios que otros pasan por alto, sin el apremio de la prisa.   

“De una cosa estoy seguro: esta narrativa se ocupará de algo delicado: la creación de una persona entera que sin duda está tan viva como yo. Cuídenla porque mi poder se reduce a mostrarla, para que ustedes la reconozcan en la calle, caminando leve gracias a su insustancial delgadez “. (Página 74).

El “bajista” atiza con su voz el desamparo de una mujer que no se siente merecedora de reclamar para sí misma una posición de dignidad y respecto en la sociedad que habita, una mujer vacía de ella misma desconectada del cuerpo y de la emocionalidad.

“Y así pasaba el tiempo para esta muchacha. Se sonaba la nariz con el dobladillo del camisón. No tenía eso delicado que se llama encanto. Sólo yo la veo encantadora. Sólo yo, su autor, la amo. Sufro por ella. Y sólo yo puedo decir esto: “¿Qué me pides llorando que yo no te dé cantando?”. (Página 79).               

                                                             UN FANTASMA PÁLIDO

Macabea, la protagonista, su creación, una mujer nacida en el sertón de Alagoas ubicado en la zona rural al norte de Brasil, conocida como una de las regiones más pobres y desiguales del país y del hemisferio occidental. Huérfana en la infancia soporta una vida de maltrato y escasez económica al lado de su tía. Cuando ella muere, la nordestina comparte un cuarto de pensión junto a cuatro muchachas que trabajan como vendedoras, ella, incompetente dactilógrafa le faltaba la capacidad de acomodarse a las exigencias de la nueva vida.  

Palabras del narrador: “...la muchacha era hoy el fantasma suave y aterrador de una infancia sin pelota y sin muñecas. Entonces solía fingir que corría por los pasillos con la muñeca en la mano detrás de una pelota y riéndose mucho. La carcajada era aterrorizadora porque sucedía en el pasado y sólo la imaginación maléfica la traía a la presente nostalgia de lo que podía haber sido y no fue”. (Página 83, literatura de cordel, historias ilustradas contadas en plazas públicas y mercados en la península ibérica se colgaba en tendederos de cuerdas e ilustradas).      

Vive la rutina de una existencia sin aspiraciones no se da cuenta del abandono y la miseria, porque piensa que la vida es así, experimenta placer al recortar retratos de artistas reconocidos, escuchar canciones románticas e informarse en Radio Reloj, en la delgadez de su cuerpo habitan laberintos de un pasado desprovisto, un tonos agudo y brillante brota de voz que reverbera como cuerdas de violín y persiste en el oído del lector.  

 “Parece que conozco hasta los menores detalles de esta nordestina, pues vivo con ella. Y como mucho la adiviné, ella se me adhirió a la piel como melcocha pegajosa o lodo negro”. (Página 75).

                                                                        CONCLUSIONES

Clarice Lispector cansada de las compensaciones que le da su belleza y estilo literario, se despoja de ellas y despoja a Macabea una mujer sin atributos, no lo hace de manera directa, busca un mediador que le sirve de unión en el encuentro de las dos, es Rodrigo S. M, un hombre que siente en las letras música que le permite soportar la rutina existencial y pertenece a su clase social.

Son tres personas que se hallan en un plano de impersonalidad en la novela, Rodrigo podría considerarse otro yo de Clarice, y Macabea es un poco de los dos.

Barajar las cartas en casa de la adivina es barajar de nuevo la vida, embriaguez y felicidad invaden la cabeza de la muchacha, en la calle, una ráfaga amarilla hace brotar bermellón escarlata de su cuerpo y los destellos de un violín, la transforman en viento.

 “Macabea en el piso parecía volverse cada vez más Macabea, como si llegase a sí misma”. 

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