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jueves, 5 de junio de 2025

Caño Cristales: un arco iris entre las aguas de un rio

 


                                                             Jesús Rico Velasco

 En el municipio de la Macarena, departamento del Meta y en el Parque Nacional Natural Sierra de la Macarena,  se encuentra un vestigio del paraíso: Caño Cristales, el rio de los cinco colores.  Se le llama caño por ser un río de menor longitud y envergadura. Declarado “Patrimonio Biológico de la Humanidad y uno de los refugios de vida  silvestres más importantes  del planeta”.

Por casualidad nos enteramos que una empresa de turismo  local ofrecía una salida hacia Caño cristales con vuelo directo desde Cali.  Sin pensarlo mucho decidimos formar parte del selecto grupo de pasajeros que en un avión pequeño aterrizaba un fin de semana del mes junio de 2017 en el aeropuerto de la Macarena. El calor nos recibió retozando sobre nuestros cuerpos de turistas que alegres festejaban pisar suelos prohibidos para viajeros porque estuvo cerrado   durante varios años.   Almorzamos en la finca “Alcaraván” a unos 30 minutos del pueblo con un propósito específico de sembrar un árbol en  un extenso terreno  con los hoyos listos para que cada persona sintiera  el regocijo de dejar su recuerdo plantado.  En la noche fuimos a comer “carne a la llanera”, un grupo de bailarines hicieron una presentación del baile de la región: el joropo. Los hombres con vestidos de color negro y sombrero; las mujeres con falda circular corta con estampados de colores y rematada con un encaje y un adorno floral en la cabeza, ambos con alpargatas.  Hombre y mujer de frente se toman de las manos y al ritmo del sonido del arpa el cuatro y las maracas  inician un zapateo corto y frenético, el hombre hace mover a la mujer para que en cada giro la falda se abra como una flor. El azote de los pies sobre el suelo va dejando un sabor de fiesta que disfrutamos hasta bien llegada la  noche.

Al siguiente día tomamos un desayuno rápido, mientras  los dos guías que nos acompañarían se presentaban.  Una caminata corta hasta llegar a las orillas  del rio Guayabero para montar en  canoas con  asientos de dos por fila para unas 8 personas más dos barqueros uno adelante y otro atrás  manejando  el motor de borda, en una travesía por el amplio rio con un recorrido de una hora adornado con avistamientos de aves, monos y tortugas hasta llegar a un corte del  rio en la vereda La Cochivera. El rio Guayabero bordea el casco urbano del pueblo La Macarena y es la vía principal para llegar a Caño Cristales. En La Cochivera  abordamos unas camionetas 4x4  adaptadas para poder atravesar las trochas polvorientas que nos llevaron a un puesto militar que da acceso al Parque Natural La  Macarena.

Las aguas cristalinas, limpias y de colores del rio Caño Cristales merecieron un silencio profundo y miradas extasiadas de quienes lo contemplamos por primera vez. Es como encontrarse con una pintura natural que impacta de manera alucinante.

 La Macarenia clavijera, una planta acuática endémica que se extiende por el lecho del rio provoca las tonalidades:  rojo, amarillo, verde y violeta, que haciendo contraste con el negro de las piedras   y los  reflejos de las sombras de los árboles forman  un arco iris pintado en un rio que  intensifica sus colores con los rayos del sol.

En el manantial el Cajuche se inicia la caminata después de atravesar unos parajes con aguas de profundidad hasta el pecho que asustan. Los guías llaman a los caminantes para adornar el día  con notas de aclaración que despejan la mente y aumentan la sensación de fascinación que produce meterse al rio de aguas frías, tocar por primera vez las plantas que regalan generosas sus colores. El ascenso a lo largo del río requiere de esfuerzo físico   parar recorrer senderos que suben y bajan para  llegar a sitios que han sido nombrados  por los guías y caminantes de acuerdo con similitudes del lugar con cosas conocidas. En el caso de “Los Pianos” en el primer encuentro, se puede observar una cascada que baja por unos peldaños como si fuesen teclas de un piano. Se deja libertad a la imaginación, se dibuja entre las piedras al paso de las corrientes y chorros de agua cristalina y las sombras del sol más las ramas perversas de algunos árboles ayudan a completar la figura.

Cada rincón es mágico y sirve para la fotografía. En la segunda  parada se llega al sitio  conocido como “El tapete”. Una extensión amplia  de la Macarenia clavijera se extiende sobre una superficie plana de piedra con brotes combinados de color rosado y rojo con claro oscuros que revientan del fondo.

Más adelante una  roca con forma de libro en dos bloques inmensos  se opone al paso vertiginoso del agua   se le domina “Las tablas de la ley” a semejanza  con  las tablas de la ley que recibió  Moisés  en el monte Sinaí (Ex 20: 1-21). Hay que abrir la mente para que surja la figura de Moisés   y al frente los  bloques de piedra separados por una grieta  y recordar a los visitantes que en la primera tabla  aparecen los mandamientos  que regulan las relaciones del hombre con Dios  y en la segunda las  relacionan con nuestro prójimo.

Siguiendo la orilla del río se llega a una parada  conocida como el “El sector de los Ochos”. Rocas  con hoyos enormes que permiten el paso   del agua apresurada y juguetona  que se mete  como entre  túneles y  remolinos  para crear una aventura incierta. Los guías advierten del peligro   y recomiendan mantenerse  alejados de los agujeros que podrían tragarse una persona.

Éramos pocos los valientes que continuábamos la caminata siempre acompañados de la guía. Después de caminar unos diez kilómetros llegamos a la meta final el “Salto del Águila”. Un peñasco grande con un fondo de caída de agua profundo cuyo ambiente atrae las águilas que vuelan y serpentean en el aire.  La alegría de haber llegado  hizo que pegara  un fuerte grito que se escuchó con eco en las profundidades del abismo. La guía celebraba nuestro triunfo y comentaba que era la persona con mayor edad que lo lograba.   Nuestra guía nos tomó una foto como prueba de la hazaña. Debíamos regresar  por el mismo trecho por donde subimos. Al paso encontramos algunos caminantes que se fueron quedando a mitad de camino.

Las camionetas  nos estaban esperando para regresar a La Cochivera, tomar las canoas de regreso por el río Guayabero, mirar los micos en los árboles, las aves   sobrevolando nuestra embarcación y sosteniendo una amena conversación con nuestros guías. Historias de personas  que trabajaban en los cultivos de coca como  raspachines o recolectores, pesadores y procesadores. Algunos comentaron su experiencia  como exguerrilleros de las Farc que ha tenido posesión  de la región por muchos años con la producción y procesamiento de la mata. Cuentan con sus propios desarrollos de infraestructura para mejoramiento de carreteras y vinculación de campesinos en su sistema.  Se rumora la existencia de yacimientos de petróleo en los alrededores del Rio Caño Cristales y el temor de que su posible explotación ponga en riesgo la conservación de Caño Cristales y el ecosistema de la sierra de la Macarena.

 Pero aún en medio del panorama oscuro la esperanza se avivaba con la visita anunciada del Papa Francisco a Villavicencio, Meta el viernes 8 de septiembre de 2017 en  un encuentro con víctimas del conflicto armado. Los guías tenían la ilusión  de que   visitara Caño Cristales como punto de máxima atracción.

 Nuestra última incursión fue al Raudal Angosturas.  Durante el recorrido por el rio disfrutamos la naturaleza selvática con monos, tortugas y babillas. En el camino nos topamos nuevamente con el rio Caño Cristales hasta encontrar la trocha  que conduce hacia la ciudad de piedra. Un camino difícil con ascensos y descensos pronunciados, terreno de barrizal, en cada pisada los zapatos  quedaban enterrados en  el lodo. Un trayecto de 10 kilómetros para llegar a la “ciudad  de piedra”. Montículos de piedra sorprendentes ocultos entre la naturaleza muestran una imagen de un pasado imaginario.  Piedras enormes con formas curiosas de ventanas y techos   redondeados por la lluvia y el viento de siglos no medidos. 

 Al regresar disfrutamos de la fuerza de las aguas y la imponencia del  Raudal Angosturas.   Un estrecho del rio Guayabero  en donde se reduce y las aguas atormentadas pasan con fuerza descomunal, velocidades enormes y un ruido acuoso ensordecedor que limita la posibilidad de conversación al borde de las rocas que lo aprisionan. El transitar por el rio Guayabero y Caño cristales    nos dejó recuerdos de historias de guerrilla y el impacto del narcotráfico entre los guías y barqueros, en los hospedajes, y en todas las conversaciones.  Maticas de coca y de marihuana  en las materas  como adornos  en el patio de nuestro hotel que se   venden por cinco mil pesos y son llevables a la mano en el avión de regreso a la ciudad de Cali. 

 

Revisando las noticias no se encuentra  información oficial que confirme que el Papa Francisco haya visitado o sobrevolado el rio Caño Cristales en helicóptero. Es posible que el rumor de su visita se debió a la  cercanía de Villavicencio con la Serranía de La Macarena con la ilusión de un buen futuro para este pedacito de paraíso.

 

 

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