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martes, 11 de enero de 2022

Abrazo eterno

 

 Adriana Yepes

Eran las dos de la madrugada, el granizo golpeaba la ventana  de la sala del segundo piso. Todos teníamos los ojos desorbitados de la tensión, hasta el perro tenía las orejas paradas, con actitud vigilante. Las agujas de hielo  chuzaban incesantes la vidriera, hacía un frio espantoso de  típica madrugada bogotana. Los cinco jóvenes desocupados se reunían alrededor de la tabla con las veinte y seis letras del abecedario, los diez números.  La copa invertida, los dedos pálidos y congelados se movían al ritmo de una comunicación sobrenatural.

 En nombre de Dios todo poderoso ¿hay alguien allí? La copa se movió en varias direcciones, señalando una por una las letras de las palabras en las que venía codificado el mensaje. “Auxilio. Soy Camila. Soltamos la copa y exclamamos. ¡Qué vamos a hacer! Pues leerla, respondió Ramiro. ¿Camila que necesitas? Preguntó Libardo con tono de experimentado, si es que puede haber alguien a esa edad  con experiencia en ouija y fenómenos paranormales.

“ Accidente. Vía  Melgar, con mi novio. Avisar  mamá  5515623”

¿Hace cuánto fue eso?

“Seis horas”

¿Dónde están?

Boquerón. Auxilio

¿Y tú Camila?

“ Morí”

¿Y él?

“Muerto”

Marica. ¿Qué vamos a hacer, quién va a llamar a la mamá de Camila? No nos van a creer, o peor nos podemos meter en un lio, cómo vamos a decir que lo supimos. No seamos tan pendejos. ¡Que encuentren el cuerpo, pobre familia! Digan algo. ¡No joda! Cálmate Libardo. Debemos llamar tan pronto amanezca. Designamos a Libardo, para que fuera  él  quien hablara por tener ínfulas de seguridad y berraquera.

A las ocho de la mañana, el aguacero había cedido, el café nos mantuvo alertas y valientes. Libardo sudaba a pesar del frio, los ojos parecían salirse, muerto del miedo llamó al número fijo.

“Familia Arciniegas, buenos días”

Aló! ¿Camila?

“No. Habla la empleada. Ella está en casa de Margarita estudiando”—le respondió una voz joven.

 Muchas gracias—Libardo colgó.

¡Marica, es cierto, Camila vive allí! ¿Qué vamos a hacer?

 Alejo, el más temeroso de todos, exclamó: Ahora si se nos putió la vida. ¿Si ven? por estar haciendo esas güevonadas del mismísimo diablo. ¡Nos metimos en un lio tenaz!

Ramiro quien poco había opinado, regañó al puritano de Alejo. Esto ya no tiene reversa. Ayuda a pensar en vez de decir pendejadas. Podemos  Ir a la policía, poner un anuncio  en el periódico  aunque nadie nos va a creer. Toca volver a llamar y contarlo todo. No hay de otra. !Que lio tan berraco!

Libardo, dijo, no, por ahora volvamos a llamar y pedimos el teléfono de Margarita, ella es la única que puede saber si Camila se fue a Melgar con el novio.

 Respondió de nuevo la empleada, Libardo a punta de mentiras  logró que le indicara el número telefónico de Margarita.

Cuando se enteró, Margarita no paró de llorar,  la complicidad de dos grandes amigas y el pacto de silencio tendría que romperlo.

Se organizó un dispositivo de rescate para hallar a Camila, la menor de las tres hijas de la Familia Arciniegas.  Cerca de la “nariz del diablo”, en la vía a Melgar, descolgado entre piedras e inmensos árboles quedó un vehículo rojo  a cien metros de profundidad de la carretera. Los dos cuerpos yacían  sumergidos  en un abrazo misterioso de tránsito a la  eternidad.

1 comentario:

  1. Dramática, te mantiene a la expectativa, cómo si uno mismo fuese uno de los protagonistas. Me entretuvo mucho.

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