Vistas de página en total

martes, 11 de enero de 2022

Allende el ponto

 



Jorge Enrique Villegas  

 

 

           —Te narró la historia. 

Te dijo que la escuchó del viento contarla de Nix . Lástima que no haya quien la escriba, expresó. Te llevó a la playa del inmenso océano, señaló el horizonte y dijo: ¿Ves la línea donde se funde el cielo con el mar? A ella llegarán los botes luego de mucho remar. Allí esperarán la llegada de la noche. Con la noche, cielo y mar se confunden, se abrazan, se aman. Tanto amor tienen para darse, que de cada abrazo brotan luces que se fijan en lo alto de la oscuridad. Ese es el momento de los botes. Han de aprovecharlo para alcanzar otro aire y otro sol, allende el piélago y el firmamento conocido. No hay retorno ni lugar para la tristeza. ¿Estás dispuesto a subir al siguiente bote?

—No estoy seguro.

—¿Dudas?

—¿Y, luego?

—Entras a otro tiempo sin tiempo, sin días y sin noches. Nadie cumple años. Los niños son niños; los adultos,  adultos; las mujeres, mujeres; los abuelos, abuelos.

Te quedaste en silencio.

—¿Qué dices?—te preguntó.

—Allá, donde sea, no seré yo.

—¿Por qué lo afirmas?

—¿De qué tendré conciencia?—lo miraste—pienso.

—Humano—murmuró—escucha: los destellos que viste en el fondo de la noche es lo que aún queda…—se calló—Pobre de ti.

—Entiende: mientras sea, soy. No quiero tu nirvana. ¿Tienes papel y lápiz?

No hay comentarios:

Publicar un comentario