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viernes, 28 de febrero de 2020

La poeta de la transparencia


Gloria Pastás V.



Clara Schoenborn, nacida en Cali, Colombia. Ganadora del Encuentro de Poetas Colombianas Museo Rayo, 2011. Finalista IV Concurso Red de Bibliotecas Públicas Cali, 2009. Finalista Premio Carmen Conde, Ediciones Torremozas, Madrid, España, 2012. Mención de Honor Concurso Poesía De Los Objetos, Casa Silva, Bogotá 2012. Finalista Concurso Literario Internacional Ángel Ganivet, 2017.

Libros publicados: Búsquedas y encuentros (Caza de libros, Bogotá 2011), Los oficios en clave de Atenea (Ediciones Embalaje, 2011 y Apidama Ediciones, 2013, Bogotá), Huecos en la luz (Ediciones Torremozas, España, 2014). Antología Ganadoras Gran Premio Ediciones Embalaje Encuentro de Poetas Colombianas (Uniediciones, Bogotá, 2018).

Las respuestas a la entrevista revelan a una mujer inteligente y crítica. Sus poemas, además de un elemento inexplicable y a la vez familiar, tienen vida propia; leer su obra es dialogar con otra voz y con otras voces. Sin lugar a duda, Clara Schoernborn es la poeta de la transparencia.

¿Qué lleva a alguien a escribir poesía?
       Hay múltiples razones y pueden ser diferentes para cada persona, pero hay algunas que son comunes a todos los poetas: el deseo de expresar sentimientos que no se pueden expresar de manera verbal, el deseo de ser escuchado en sus inquietudes o el deseo de transmitir sus posiciones frente a la vida y la sociedad.

“Con los mejores sentimientos se escriben los peores versos” decía el poeta francés André Gide. ¿Hasta dónde la poesía es emoción y sentimiento?
Se ha dicho que “todo poema sincero es malo”. Una cosa es la emoción y otra es el oficio. Para mí la poesía es un oficio, entonces no basta con el sentimiento, con el detonante de la emoción, para llegar al poema hay un camino que se debe recorrer a través de la técnica. Pero el sentimiento tiene que estar presente; si solo se usa las herramientas literarias, la técnica, no se logra impactar la emotividad del lector.

¿Cómo se aprende el oficio de ser poeta?
El primer mandato es leer, es una manera de incorporar de manera natural las técnicas usadas por otros autores. Es necesario leer a los poetas clásicos y los contemporáneos. Leer mucho y de muchas fuentes para llenarse de información en diferentes campos pues la poesía está atomizada en muchos temas.

¿Considera usted que el siglo XXI ha dado comienzo al empoderamiento de la mujer en mundo la literatura?
Creo que sí. La mujer ha tomado consciencia de que debe luchar por su espacio, de protestar y dar a conocer casos de injusticia y de exclusión con nuestro género, los cuales todavía están muy marcados. Desde siempre nuestro ámbito ha sido la palabra, desde que estábamos confinadas al cuarto de costura y de música, mientras conversábamos y tejíamos palabras. Ahora que hemos pasado de la palabra oral a la palabra escrita, es cuando más necesitamos defender nuestra palabra, darla a conocer y defendernos entre nosotras porque la cultura patriarcal ha incentivado la competencia entre las mujeres, de la cual necesitamos liberarnos. Es una lucha no solo contra el patriarcado sino también con nosotras mismas; necesitamos aprender a ser solidarias entre nosotras; incluso, aprender a leernos y a comentar nuestra obra. Muchas veces guardamos silencio y esperamos que un hombre, un escritor, un crítico nos valide, sin embargo, podemos validarnos entre sí.

De acuerdo con lo que usted ha dicho, ¿existe una poesía feminista o una poesía escrita por hombres y otra por mujeres?
Es una pregunta muy polémica y con muchas respuestas. Pienso que las mujeres tenemos una escritura muy propia, que tiende hacia lo misterioso, lo perceptivo, lo espiritual, más hacia la magia, por algo fuimos las brujas y magas de la Edad Media; esa es nuestra esencia y se transmite en nuestra literatura; lo no quiere decir que no podamos escribir en otros sentidos. Sí hay una literatura femenina pero no feminista. En la literatura no debe haber feminismo, no es un tema literario; puedo luchar como feminista porque se me abran espacios para mi literatura y la de otras mujeres, pues el feminismo es una lucha social para ganar un espacio. Yo no involucro conceptos feministas en mi poesía, lo que sí hago es escribir sobre temas y preocupaciones de las mujeres, de su pasado y de su presente; de hecho, tengo varios poemas que hablan sobre la problemática de la mujer.

 A propósito de lo femenino, la poeta Piedad Bonett dice en una entrevista que “escribir desde las tripas es algo femenino, pues los hombres han sufrido la   contención del sentimiento”, ¿usted qué piensa?
No estoy de acuerdo con ninguna de las dos posiciones. Si un poema está escrito desde las tripas es un poema desbordado, y la contención es importante en todo poema. No puedo dejar todo mi dolor o toda mi tristeza en un poema, y creo que Piedad Bonett involucra estos conceptos, porque sus poemas son maravillosos y tienen esa contención. No puedo volver mi poema un panegírico, ni un lamento, ni un llanto; igual que un hombre tampoco debe contenerse totalmente, debe haber siempre un equilibrio en el poema. No darle todo al lector, sino sugerirle lo que se está sintiendo. A veces, pienso que los hombres poetas, aprovecharon la coyuntura de ser poetas, precisamente, para mostrar más sus sentimientos, su romanticismo en una sociedad donde solo era posible expresarlo a través de la poesía.

En su poemario Huecos en la luz, uno de sus poemas dice: “Un poeta es la víctima más bella, un sacrificado”. ¿En qué medida usted es una víctima bella y sacrificada?
Es una pregunta muy difícil. Pienso que el poeta está muchas veces concentrado en lo que tristemente afecta a la humanidad, pero ¿cómo expresar ese sufrimiento de manera enaltecida, de manera bella? Pensar en esos temas produce en el poeta un desgaste emocional que implica sacrificarse en muchos aspectos. Estamos en una sociedad dada al placer, al consumismo, a obtener satisfacción inmediata, en la cual es difícil que las personas lean un libro de poemas y reflexionen sobre el mismo. En mi caso, aunque realizo mi oficio con pasión, el “sacrificio” se relaciona con la frustración de realizar un trabajo al que le pongo tanta energía vital, pero al final, solo llega a un grupo reducido de la población. Es lo que más me afecta, pero si esa es mi pasión, lo que amo hacer, no tengo otra opción.

En el mismo poema, usted dice que “el poeta no está en el mundo, sino que el mundo está en él”, ¿podría explicarme esta idea?
Esta es una idea derivada del poeta argentino Hugo Mujica, sacerdote y monje tibetano que hizo votos de silencio durante siete años. Mujica es un poeta tardío, con una interesante teoría sobre la poesía. Plantea que el mundo está en el poeta porque puede reflexionar e interiorizar lo que está sucediendo a su alrededor y elaborar esos sucesos dentro de sí para producir algo. El poeta es quien se abstrae y trae ese mundo a su interior para su reflexión…
  
En ese sentido la poesía es muy subjetiva. Entonces si la construcción del mundo es subjetiva porque el hombre es un sujeto, ¿cree usted que existe la objetividad?
Sí, la poesía es totalmente subjetiva. Es muy difícil ser completamente objetivo. Hay algunas ciencias que se consideran objetivas, aunque con el tiempo las teorías científicas también se van devaluando y reevaluando. La propia realidad, lo que nos rodea es subjetivo.
  
 ¿Qué le pide usted a la poesía para juzgarla de calidad?
Un poema de calidad debe tener varias características, entre otras: lenguaje preciso, (que no le falte ni le sobre nada) es decir, un poema redondo; lenguaje y temas no trajinados, y si lo son, presentarlos de manera diferente; extensión justa (para no cansar al lector), debe ser coherente; de lenguaje asequible; de estructura no compleja; evitar la narración para no perder la resonancia poética, debe ser rítmica para leerla con gusto. Finalmente, el valor del poema radica en que tenga “vibración”, que, al terminar de leerlo, el lector haya sido conmovido y siga de algún modo, atado a lo que acaba de leer.

Clara Schoernborn


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