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martes, 21 de marzo de 2023

El corazón grande de papá

 

Gustavo Urrego Grueso

La última pelea entre mis papás me llegó como un enredo de voces que se coló por debajo de la puerta del cuarto. Papá vomitaba palabras con furia. Ya estoy harto, me largo de esta casa. Me quiero ir bien lejos. Yo no lograba entender. Como si no le importara, escuché a mamá decir, si quiere irse no hay problema, la puerta está abierta. Un gran silencio acabó la discusión.

Molidos en el tedio de estar atrapados en un matrimonio fermentado, hierven un instante y se quedan rumiando sus rabias hasta la siguiente pelea. Papá era un perro gruñón que mamá con tiempo y paciencia había logrado domesticar. Cuando iniciaron la convivencia las peleas eran violentas. Él, un macho tratando de imponerse por la fuerza, una vez la golpeó en la cara. Pero mamá asimiló el golpe y agarró la plancha eléctrica y se la lanzó a la cabeza. Aquí nos matamos los dos, pero a mí no me volvés a pegar, le gritó con tanta determinación que la advertencia surtió efecto porque de las malas palabras no volvió a pasar. Papá trabajaba por turnos, la semana que trasnochaba el mal humor no lo abandonaba. Cuando llegaba en la mañana era como si el sol no saliera para nosotros. Antes de ir a dormir se sentaba a desayunar en el comedor y desde allí nos miraba con ojos de trasnocho, que echaban fuego. Mamá y mis hermanos apenas si nos atrevíamos a respirar en silencio. Silencio que se prolongaba hasta las cinco de la tarde en que se iba  al trabajo. Cuando hacíamos un daño o no cumplíamos con los deberes, como tender la cama o peleábamos entre hermanos, mamá solía decir, van a ver cuando venga su papá. Era el coco. A la que más castigaba era a mi hermana mayor que empezaba a  temblar cuando papá abría la puerta. A mí me salvo el estudio. Me iba bien en el colegio y eso le gustaba. Lo que me evitó varios correazos. Era un pequeño dictador abusivo. Yo me sentía acoquinado, hasta llegué a pensar que era cierto, que nosotros no teníamos ningún derecho, que deberíamos agradecer la comida y el techo.    

Te confieso que ya adulto me parecía un despropósito ver personas reclamar sus derechos  en la calle.

 Papá un día decidió vender la casa, sin decirnos nada. Se dejó convencer por un amigo que el negocio estaba en el transporte. Con lo que la vendió como si fuera solo suya, se compró un bus en una empresa local y un taxi. Es que dan plata todos los días decía animado. Pero la dicha le duró poco. Eran más los gastos en el taller que los ingresos diarios. Con el tiempo se dio cuenta que los choferes vendían las llantas y las cambiaban por otras gastadas. Aplicaban una banda elástica en la registradora para marcar menos pasajeros y dar menos dinero en la entrega. Los dueños de la empresa enviaban sus buses en las horas pico y el bus de papá lo programaban en horarios muertos. Los taxistas le acabaron el taxi en los huecos de las calles de Cali.  No aguantó más y vendió lo que quedaba del bus y el taxi. Buscando recuperarse de la mala racha, siguió el consejo de un vecino de prestar la poca plata que le quedó a un interés del 10% diario a los  vendedores ambulantes de la galería Santa Helena. Regó los billetes entre vendedores que a los pocos días empezaron a atrasarse en los pagos. Con las letras que habían firmado como respaldo de los créditos, buscó un abogado para el cobro jurídico, pero el abogado se fue a negociar las letras con los deudores, si le pagaban el treinta por ciento  él a cambio les daría un paz y salvo. Una de las deudoras le contesto; si no he podido pagarle al señor que me presto, no le voy a pagar a usted una plata que no es suya. Eso lo supimos porque ella misma se lo contó a papá. Así se quedó sin dinero y nos dejó sin casa. Pero no todo en la vida es desgracia y uno de mis hermanos se ganó la lotería y le compró una casa a mamá de la que papá ya no nos podía echar; cuando se enojaba decía que se iba a largar.

Papá no era cariñoso y estaba enfermo del corazón. Solo me abrazaba y me daba la bendición los 31 de diciembre, aún recuerdo el beso rasposo de su barba sobre mi mejilla. Tenía el corazón grande, los médicos le diagnosticaron insuficiencia cardíaca. Con el tiempo entendí que tenía dañada una válvula del corazón. Cuando él era niño padeció amigdalitis que en la finca le trataron con gárgaras de agua limón. La bacteria de la amigdalitis termino dañando una válvula del corazón.

Estas seguro de que quieres oír todo esto?

Sí.

 Recuerdo que lo acompañé a la cita con el cardiólogo, nos explicó que  el corazón estaba muy enfermo  y era necesario realizarle una cirugía para reemplazar la válvula cardíaca por una metálica. Unas semanas más tarde le realizaron la cirugía de corazón abierto, pasó unos días en la unidad de cuidados intensivos, salió con corazón renovado pero anticoagulado de por vida.  Tomaba warfarina, un compuesto  para matar ratas, por su efecto anticoagulante desangrándolas.  Debe estar en control de coagulación con frecuencia, le dijo el médico. El riesgo es estar muy anticoagulado y sangrar, o con baja anticoagulación y formar trombos que  tapan las arterias.

 A los primeros controles asistió puntual haciendo los exámenes sin falta. Un viernes sintió un dolor en la pierna izquierda. Vaya al médico le dijo mamá y él se fue a consulta. Caminó una cuadra pero el dolor le impidió continuar, se devolvió a la casa y se acostó con las piernas en alto buscando alivio. El lunes al seguir con el dolor consultó al médico pero ya la pierna estaba fría y con el pulso en el tobillo. Lo hospitalizaron, le realizaron eco doppler   se evidenciaron trombos en la arteria principal de la pierna. Le realizaron varias endarterectomias, un procedimiento para retirar los coágulos de las arterias, pero fue inútil, terminó amputándose de la rodilla hacia abajo. Desde entonces no volvió a repetir que se iba de casa. No se adaptó a usar prótesis.  Se sentaba con el muñón del muslo, cosido como un bulto de café; lo envolvía en un vendaje con talco rancio, para apoyarlo en una copa de acrílico color melón sostenida en un tallo que se doblaba como una rodilla y descansaba en un base que se cubría con el zapato. Al caminar se apoyaba en un bastón balanceando la pelvis, como un buque a punto de naufragar. Se enfurecía con  mamá porque ella salía a caminar. Decía que él era un minusválido y nos culpaba por no haberlo llevado a tiempo al médico.

No sé qué pienses pero a veces quisiera otros recuerdos, poder cambiar el pasado….

Yo lo visitaba los domingos en la tarde.  Solía estar en su sillón, viendo televisión, haciendo zaping.  Nos mirábamos con amor tratando de contarnos nuestras vidas, pero una barrera invisible nos impedía acercarnos. Era como una coraza que dejaba al otro afuera. Las palabras no encontraban el camino del amor y terminábamos hablando de sus medicamentos, de la cita con el médico. Mi cariño se lo daba en unos billetes para sus gastos mensuales.

Unos años después el trombo no se fue hacia las piernas, se fue hacia arriba, a la cabeza. Como una marioneta en pleno acto a la  que le cortan de repente los hilos, la cabeza le cayó al pecho, en un cuerpo hecho trapo; en coma fue llevado a una unidad de cuidados intensivos donde falleció una semana después, sin una última conversación, sin haber sido amigos. En el   funeral  mientras bajaban el ataúd a la fosa y  le caía encima tierra y después flores, no me salieron lágrimas tampoco a mi hermana mayor. Los hermanos menores  lloraron por nosotros.

En una reunión en casa de un primo hablamos de papá. El recordaba que era su tío preferido al que le pedía consejos, cada vez que iba a realizar un negocio. Era su confidente. Con sabiduría lo orientaba y le ayudaba a tomar las mejores decisiones. Mi primo había perdido a su papá siendo aún niño. Yo en silencio recordaba que nunca consulté la opinión de papá, ni cuando me iba a casar, ni cuando compré un automóvil o el apartamento.  Regresé a mi temprana infancia cuando mi padre todavía era mi héroe y una carga pesada cayó de mis hombros, permitiéndome descubrir el lado bueno del papá que me dio estudio, una familia y me ayudó a ser lo que soy. Lamenté su ausencia y me puse a llorar.

 


 

 

 

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