Vistas de página en total

domingo, 29 de noviembre de 2009



La carta que no hubiera querido escribir



      Eras un muchacho alegre, amiguero, risueño. Recuerdo a tu profesora de kínder quien en las reuniones me decía que siempre retrasabas el inicio de la primera clase de cada mañana, porque tenía que esperar a que saludaras de mano a cada compañerito. No te preocupes profe - ya voy a terminar- le decías, y con tu sonrisa obtenías su aprobación.
       Creciste. Transcurrió tu vida universitaria. A mí el tiempo apenas me alcanzaba para responder por los quehaceres propios de mi trabajo, y tú igualmente afanado con tus obligaciones como estudiante.
      Habíamos establecido la costumbre de sentarnos a conversar aunque fueran pocos minutos, cada noche. Hablábamos de nuestras cosas cotidianas, tus planes, tu novia, tu estudio. Por cierto, te despedías más de lo necesario antes de irte a dormir.
      Era Agosto de 1994. ¿Que cómo me veo dentro de diez años? Sí, cómo te ves. Tengo muchos planes. Los habré realizado en gran parte. Ya habremos terminado de estudiar Juliana y yo, y mis planes la incluyen.
     Sabes que me interesan mucho los sistemas y la computación y veo mi futuro allí. A propósito, este fin de semana vuelvo a armarte el computador pues lo desbaraté pensando que tendría tiempo para terminar de limpiarlo, pero la preparación del parcial de hoy me tomó más tiempo. No te preocupes, Ma.
     Era jueves y te esperé hasta tarde como de costumbre ¿Por qué tardas tanto? ¿Por qué volviste a salir si ya estabas en casa? No llegabas. Comenzamos a preocuparnos. Creció la angustia. Me desesperé. Recibí la primera llamada, la segunda, muchas, qué dolor, a qué horas me atrapó este torbellino. Llegamos a tu lado. Qué frío tan doloroso ¿Qué haces ahí tendido? Vístete y nos vamos, en casa estarás mejor, apúrate.
   Yo daba vueltas en una loca y gélida espiral que vomitaba personajes siniestros y crueles, con afiladas garras, con capuchas blancas, que me fueron destrozando el corazón. Señora, que si dona los órganos de su hijo. Con fuerza me enfrenté a ellos. ¿Es que no lo piensan dejar despertar?
    Señora, ¿Por qué no le reza? ¿Cómo así? ¿Por qué? No entiendo nada. Paren ese remolino. ¿A dónde quieren llevarme?
   Desde aquel momento y por muchos años el hielo se apoderó de mi alma. Pero ya ves, el tiempo ha pasado inexorablemente y la vida ha seguido. Hoy tus sobrinos te recuerdan también aunque no te conocieron. Me preguntan mucho por ti.
   Al menos ya soy capaz de responderles, te describo en tu edad actual, con esa sonrisa tan sincera, con tu lenguaje des complicado, con tu “no problem Ma”. Poco a poco se ha ido desvaneciendo la nieve en ni corazón pero sin que te desdibujes. Mi punto de referencia es 1994. No te he apartado un solo instante de mi vida. Aún tengo muchas cosas para contarte pero tendré que tomar nuevo aliento.




Aura López
Palabras Mayores Cali

1 comentario:

  1. Hola Mami, se necesita mucha fortaleza para escribir y describir ese momento tan doloroso que nos toco vivir, me dio mucha tristeza pero también me gustó mucho volver a recordar esos momentos compartidos cuando nos acostábamos tarde ó mi hermano le cacharreaba a “Mompirri”…. siempre estará en mi corazón como también en el de sus sobrinos que aunque no tuvieron la dicha de estar a su lado, lo recuerdan y conocen a través de las vivencias que les contamos. Ese momento nos unió mucho más como familia y los niños han sido nuestras razones para continuar, crecer, compartir y ser felices. Estoy segura que mi hermano comparte cada una de esas alegrías con nosotros.
    Mami muy difícil esta carta pero me agrada saber que la pudiste escribir y más aún compartir. Te quiero muuuuuucho Liz.

    ResponderEliminar