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lunes, 5 de marzo de 2012

¿Quién soy yo?

Hugo León Zapata




“A mis 85 años moriré un martes cualquiera, de una semana cualquiera, de un verano cualquiera”.

Bogotá 31 de diciembre de 2010.
Casa de un cuñado. Causa de la visita: duelo. Estoy soñando, y en el sueño soy presa de la angustia, hay algo que tengo que hacer, pero no puedo. Qué desespero, el pecho me sube y me baja, no me siento, me falta el aire, empiezo a respirar profundo, una y otra vez, pero el aire aun no me llega, como si estuviera entre el agua en un profundo pozo. Pero estoy vivo, puedo respirar.
Siento que todo el cuerpo empieza a sudar; otras veces que ha venido el sudor, me he desmayado. No, no. Sigo respirando profundo. Me calmo, me voy sosegando. Me siento al borde de la cama ligeramente mareado; me levanto con cuidado y bajo al primer piso, no hay nadie, subo de nuevo y el mareo continua, vuelvo a bajar. Saludo a mi cuñado que sale con su esposa. Me tomo el pulso, débil, casi no lo siento; empiezo a contar con el segundero pero después de dos o tres intentos no me llega a 30.

¿Dónde queda Coomeva?


Consultamos con el directorio telefónico.


-¿A la orden?


- ¿Por favor ustedes tienen Cem?


-Teléfono por favor.


- Necesito sus servicios. Presento un bloqueo del corazón.


-Estese quieto. Ya vamos.


Llega la ambulancia. El Doctor sube. Acuéstese por favor. Ritmo cardiaco 26.


Suero, oxígeno. Y va para el hospital. Está muy delicado. Vamos al Hospital Infantil Universitario San José. Sollozos de mi esposa. Preocupación de los familiares. Papeles. Vamos. Los vecinos ven con curiosidad lo que pasa.

-Tranquila mija.

Me da un beso.

Enero primero

Entro a emergencia. Médico de turno, cardiólogo. Bradicardia del sino. Bloqueo completo de rama derecha. Infarto inferior posible. Riesgo de paro cardiaco o muerte súbita. A cuidados intermedios. Monitoreo, cables, radiografía, monitoreo, oxigeno. Hay que poner marcapasos. Una de las cardiólogas comenta en voz baja: se le fundió el motor. Nunca he pensado en la muerte. Me preocupa mi esposa, si queda sola en el estado precario de su salud actual. La regulación no fue nada fácil. El electrodo que hace contacto con el corazón por medio de pilas lanza impulsos eléctricos. En los intentos se contraen los músculos de la pierna derecha y el costado. No pueden regular la corriente, no capta, se ensaya con otro tipo de pilas, es necesario usar el nivel más alto. Desfibibrador. El corazón no se deja manejar. Mi corazón no quiere, pero yo sí. Estoy tranquilo. Miro. Veo, respiro. Sé que volveré a ver el roció mañanero, las hojas humedecidas y la delicadeza de los pétalos que emanan dulzura. En la tarde recibí la visita de mi hija. El día y la noche continúan con el mismo ajetreo. Día festivo, los proveedores de marcapasos no están prestando servicio.

Enero dos

Después del baño, la enfermera dice: voltese de lado. Me mareo. Don Hugo, Don Hugo grita la enfermera. Blanqueó los ojos. Urgente médico de turno. Monitoreo, electro, radiografía, inyecciones. Segundo bloqueo: taquicardia del sino, bloqueo interventricular de conducción, infarto interoseptal, infarto lateral posible, infarto inferior, anormalidad. ST complejos, ventriculares prematuros frecuentes, bajo voltaje. El corazón no responde, ni el marcapasos venoso tampoco. Me trasladan a un cubículo cerca a la enfermería. Me siento bien. ¿Será cierto?

Enero tres

Otro amanecer. Pasó el ajetreo. Movimiento asustadizo de médicos y enfermeras. Su esfuerzo me motiva a seguir erguido, a no volver a tropezar, a mirar las estrellas, a dejar que el sol me acaricie, me ilumine. Visitas restringidas. Me estoy mareando. El ritmo cardíaco bajó a 20. El cardiólogo hace masajes en la yugular, presión en los ojos. Paciente en alto grado de arritmia fatal. 800 ritmo del sino. Bloqueo hemi anterior izquierdo. Alto infarto de miocardio, rotación izquierda. ¿Todavía estaré vivo? Sí, estoy vivo. Colocación definitiva del marcapasos. Vigilancia hemodinámica y monitorización continua.

Enero cuatro

De sobresalto en sobresalto. Aguas no mansas, torrentes tumultuosos en busca de nuevos cauces para ir a morir a la orilla del mar. Quirófano. Los representantes de la casa proveedora del marcapasos hacen consultas, nunca habían tenido condiciones tan desfavorables. Anestesia local y entran a mi corazón.

Enero seis

¿Cómo me encuentro? Definitivamente bien. Me ponen en una habitación del pabellón infantil. Visitas de toda la familia. Mi hija Ángela María duerme en la habitación. Noche plácida y serena. Salida.

 

Casa de mi cuñada, Nena. Todos me ven vivo. Estoy vivo, nadie cree. Despierto. El viernes fui a la clínica a llevarles bizcochitos al grupo de enfermeras y le doctora jefe Andrea. Grito de alegría y abrazos.

- Aquí de nuevo. ¿Los hice sufrir?

Seguiré recorriendo caminos con mi nuevo corazón reforzado. No será eterno. Sigo respirando con la fe de que mi mente no se apagará tan pronto. La vida es un halo pendiente de un hilo.

Vívela como quieras.

Goza de los bienes terrenales, de la naturaleza.

Eres tu futuro.

Escucha la voz mientras haya conciencia.

No amarres tu nave en el primer puerto que encuentres.

Aun faltan muchas oportunidades,

deseos y encuentros en tu paraíso.

Deja que tu ego siga floreciendo e iluminándote.

El sol vuelve a salir.

Las mañanas entran fugaces y silenciosas

por puertas y ventanas,

el reflejo en las paredes,

las mariposas vuelan, despierta a las flores.

“Es él que con su luz y calor a todos vida nos da”. (Ana Rosa Gómez)

La mente manda sobre el cuerpo.

Si aun tienes ilusiones y esperanzas no llegarás a viejo y la vida te dará vida.

Encuentro entre la vida y la muerte.

Camino sobre la tierra.

La ronda rueda, reposa sin pudor,

parada frente a su víctima.

Ante el que duda en traspasar el umbral

brillan poderosos designios.

El silencio ronda.

La vida es su rival.

En ocasiones se debaten en duelo.

Muchachos. Aquí estoy

¿Quién eres tú?



















































































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