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jueves, 24 de julio de 2025

Literatura de ficción



  

 

Por la escasez de dinero y la falta de promoción de libros las novelas románticas de Corín Tellado en la revista Vanidades fueron el primer acercamiento a la ficción de numerosas familias colombianas. La lectura era un gusto heredado y con el paso de los años las tendencias variaban de acuerdo al entorno social.

 Alexandra Correa

Después de los años  80  nace un post- boom de autores, que cambiaron su narrativa a un lenguaje prosaico, directo y comprensible. Novelas de corte histórico con algo de imaginación, otro tanto de romance, una pizca de tragedia y demasiada guerra.  ¿Cuál es la delgada línea que separa la mentira y la realidad? Porque a pesar de que la mayoría de ellas se basaba en historias imaginadas por el autor, las costumbres, los personajes y los hechos eran tomados de la vida cotidiana, de países y ciudades reales.  

 En el afán por trascender personal y espiritualmente muchos lectores hacemos un alto en el camino con el género ficción porque sentimos que no aporta a nuestras vidas. Las invenciones e irrealidades, las situaciones perturbadoras así como los conflictos y angustias de los personajes nos acarrean más problemas a los que llevamos a cuestas. Bajamos al inframundo y luego resucitamos en la frenética búsqueda por ahondar en la verdad, el pensamiento lógico y racional, cambiando nuestra filosofía de vida.

 Por más que intentemos alejarnos de la mentira ella vuelve y toca nuestras puertas, porque de alguna manera necesitamos echarnos una mentira, creer que las cosas no son lo que parecen, una ilusión falsa  de la perfección del mundo, concluyendo de que las especulaciones y la ficción ha estado desde el principio de la creación y por ende somos un milagro de la ficción.

 En todos los campos literarios hay algo de ficción. No hay nada más real que lo irreal, porque lo  imaginario ronda nuestras mentes para luego materializarse. ¿Es la ficción una realidad de nuestros pensamientos? Porque lo que antes leíamos y creíamos que no podía suceder, alguien más lo imaginó y con los años lo cristalizó en el plano material.

 Caemos en el error de satanizar la ficción, porque raya en lo ilógico y en la falta de practicidad. Subestimamos los superhéroes, a los seres voladores con poderes sobrenaturales, creados para salvar y dar una esperanza a la humanidad y por otro lado los antagonistas son mostrados como crueles, desfigurados, una antítesis de la perfección.

 Como lector hay que aprender a ver más allá de lo que los ojos ven, intentar descifrar lo que el autor nos quiere revelar, observar lo que no se ve, lo que se aprende a través del trasfondo. La  Biblia es  el mayor libro de sucesos reales o imaginarios. Los 76 libros comprenden historias, enseñanzas, mitos, leyendas, relatos proféticos y poéticos. La interpretación depende de la perspectiva religiosa y filosófica de quien  lee, una  tabla de salvación a la que muchos nos aferramos para liberar nuestras culpas y salvar nuestras almas.

 No importa el género o el autor, mentira o verdad, lo que verdaderamente nos transporta es leer con los ojos del corazón y dejar volar la imaginación.

 

 

 

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